La verdad es que he tardado más días en volver a escribir que lo que tenía planeado.
Parece ser que las musas se quedaron en Torrevieja y han venido andando.
Alguien dijo alguna vez que las musas siempre te tienen que pillar
trabajando y...aquí estoy.
Antes de nada, para aquellos que tienen el buen gusto de leerme, les diré que ya hemos vuelto a San Sebastián, Donosti, hace unos días, y la vida poco a poco va volviendo a la normalidad.
El término “normalidad” no se si es bueno o malo, pues usualmente es sinónimo de rutina, y si algo me he propuesto últimamente es que la vida no sea rutina.
Tras pensar un poco, cosa que me cuesta (problemas con la única neurona), he llegado a la conclusión de que el sentimiento de rutina viene teñido de aburrimiento y quiero que mi vida, y la de mi familia, sea de eterno descubrimiento.
Me he comprado unas lentillas cojonudas, con las cuales me he hipotecado para toda la vida, pero sinceramente no me importa, pues me han garantizado que con ellas voy a ver el mundo con los ojos de un niño que va descubriendo todo poco a poco.
Hay que tomarse la vida como el mejor de los manjares, por ejemplo, angulas, que con lo caras que dicen que están, pues hace muchos años que desaparecieron, primero de mi vida, y luego de mi vocabulario, hay que comerlas saboreando y muy poco a poco. Por cierto, que con los precios que dicen que tienen, yo siempre me
he imaginado que las venden en joyerías, por aquello de guardarlas en la
caja fuerte.
En realidad, al volver de vacaciones, al menos en mi caso, estas lleno de grandes propósitos que como siempre, casi nunca cumples, pero que te hace sentir incluso un poco de morbo cada vez que te alejas de ellos, y te planteas firmemente que al despertar del día siguiente retomarás las riendas perdidas. Pero esta vez estoy seguro que sí lo voy a cumplir...¡con lo que me han costado las dichosas lentillas!
Y va a ser la leche ir redescubriendo, por ejemplo, el arte. Mirar a tu alrededor, y ver, verbos que no siempre van juntos. Oir música y sentirla como si fuera la primera vez. Redescubrir el buen cine.. Volver a sentir la sensación de conocer, por ejemplo, al Doctor Zhivago, estando seguro de que esta vez Lara estará por siempre con él, y que la banda sonora de Maurice Jarre nos hará a todos un poco mejores.
No...si al final las lentillas me van a salir baratas.
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