“Nada nuevo bajo el sol”. Es lo primero que ha pensado
este vecino del mundo al enterarse de que el Registro Civil de Fuenlabrada,
municipio madrileño, ha denegado la solicitud de que un niño lleve el nombre de
Lobo.
Ya estamos, una vez más, con ese exceso de celo, por llamarlo de alguna
manera, que entra a algunos españolitos cuando llevan gorra y pito, y se
creen Capitán General, como hubiera dicho Don José María García. Seguro
que ha habido un funcionario, y este vecino no tiene nada contra ellos, así en
general, que estos días ha querido salvar a nuestro mundo y no le ha parecido
pertinente ese nombre.
Por cierto, los padres del niño han dicho que ahora ha
habido cambios en lo que dicen desde el Registro Civil, primero se les dijo que ese
nombre era “feo”, y ahora la excusa (se
han debido de dar cuenta, tras la repercusión del tema, de que han patinado) es
que como hay un apellido “Lobo”, intentan evitar que ambos se puedan confundir.
Todos sabemos que, por ejemplo, existe el nombre Miguel,
y el apellido Miguel, y en esos casos para resaltar que es apellido, es
frecuente utilizar motu proprio “De” antes del apellido, pudiendo darse
el caso de que alguien se llame Miguel De Miguel.
Nada nuevo bajo el sol. En los años cuarenta, y antes, al
venir de donde veníamos era muy frecuente disentir, a la hora de poner un
nombre, con lo que se cocía en los registros civiles.
Quién no ha tenido, por ejemplo, una “Flori” en la familia. Se
le había querido llamar Flor o Flora, y todo se había arreglado recalcando el
lado católico de la persona que iba a ser llamada así, y especialmente, no lo
olvidemos, BAUTIZADA, adjuntándole un “María” por delante, y sanseacabó.
Siempre puede haber excepciones, pero no debe de ser
frecuente unos padres que en lugar de poner un nombre a su hijo, le quieran
poner una cruz. Y el funcionario de turno de Fuenlabrada, habría creído
encontrar unos padres desalmados. Cuando ellos, los padres de Lobo, no se
cansan de repetir que ya le llaman así desde hace seis meses.
Y este vecino del mundo recuerda también en este momento, a Don Félix Rodríguez de la Fuente, y la opinión que él tenía del lobo, al que
siempre alabó y defendió, criando varias manadas de ellos. No le hubiera hecho
ninguna gracia el saber que Lobo, es cuando menos feo.
Lo triste del caso es, que como no vuelvan las aguas a su
cauce, tendrá que ser un juez el que tenga que tomar cartas en el asunto, y
ponerle el nombre que él crea conveniente. Y en ese caso, a este vecino del
mundo, no le gustaría estar en la piel de ese funcionario intrépido que en un
momento dado le quiso enmendar la plana a unos padres ilusionados primero, sorprendidos
más
tarde, y después humillados ya con el simple hecho de que toda España se haga
eco de su caso, y más de uno pueda pensar en la posibilidad de que son “malos
padres”.
Alguien estos días, quizás, no esté durmiendo muy
tranquilo, y seguro, seguro, que no se llama Lobo, aunque más de uno le pueda
llamar de todo a ese funcionario velador contra nombres envenenados, A la
postre, bien debiera saber ese “Funcionario Vengador”, que nunca es
el nombre el que hiere, sino, siempre, siempre, la intención.
*DIBUJO: DE LA RED