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miércoles, 6 de julio de 2016

MALPENSADO Y SU OTRO YO



Hay noticias que tienen la capacidad de crear al ciudadano, en el momento en que se entera de ellas, una especie de túnel del tiempo que le hace retroceder a algún momento pasado de su vida.


Estos días ha habido algo que me ha hecho retrotraerme aproximadamente a 1980. Estaba viviendo en Londres, mientras iba a una academia de inglés tres horas al día (quince a la semana), para poder tener un visado como estudiante y permanecer en el país. 


Eran otros tiempos, y aunque no podías obtener permiso de trabajo, siempre encontrabas la manera de meter unas cuantas horas en el trabajo que fuera, mal pagado eso sí, preferentemente limpiando platos, y así intentar amortiguar el gasto de la academia. Pero siempre, y es triste decirlo, al margen de la ley, como ocurre ahora en muchos sitios. No hay nada nuevo bajo el sol.


Ese verano al volver al pueblo durante las vacaciones, un chico, también del pueblo, con el que había coincidido varias veces en Londres en los meses anteriores, se topa conmigo en el centro del pueblo, en Elgóibar concretamente, y empieza a hablarme a voz en grito, para decirme: -Ya me he enterado de que estás trabajando en un banco en Londres, y las veces que nos hemos visto allí no me has dicho nada. ¿Tenías miedo de que te pidiera ayuda para entrar a trabajar en esa entidad?


Teniendo en cuenta que él precisamente estaba trabajando, con "enchufe" por supuesto (y que conste que este vecino opina que cada uno se busca las habichuelas como puede) en unas oficinas en Londres, y en ningún momento se había interesado por si él me podía ayudar a mí, a pesar de todo me lo tomé, es un decir, con filosofía. Y le respondí con mucha sorna, y sin perder los nervios: -Es la primera noticia que tengo de que trabajo en un banco en la City. Luego, cuando vuelva a casa, hablaré seriamente conmigo mismo para que la próxima vez me cuente las cosas como son, y a su debido tiempo.


Lorenzo, como así se llamaba, y se llama, el listo quisquilloso, ponía cara de alucinar, y como ya le había toreado bastante, antes de irme y con cara de  acordarme de algo en ese mismo momento le dije: -Por cierto, ahora que me acuerdo, tenías razón. Trabajo en un banco, pero sólo dos horas cada dos días, eso sí, limpiando las oficinas.


Mientras a Lorenzo parecía que el suelo le desaparecía bajo sus pies, con intención de no hacer más leñas del árbol caído, me fui con un aire más que digno.


¿Qué noticia le ha hecho a este vecino acordarse de esa antigua anécdota?  El hecho de que el Partido Nacionalista Vasco, para abrir unas conversaciones con el Partido Popular en orden de llegar a un acuerdo para la investidura del Señor Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno en la nueva legislatura, pusiera en primer lugar sobre la mesa el asunto de los presos vascos y su acercamiento a las cárceles de Euskadi.


He tenido la sensación de que era el único vasco al que otros asuntos, tales como el paro, la economía, la pobreza, los desahucios, los refugiados… le habían despistado al preocuparle más, y no se daba cuenta de que lo más urgente debía ser, sin ninguna duda, que los presos vascos estuvieran cerca de sus respectivos hogares. Y que más tarde, como en la anécdota de hace muchos años, ya hablaría en la intimidad que da el cohabitar conmigo mismo. Y que conste que no tengo nada en contra de este tema, pero de eso a ponerlo en primer lugar de importancia,  dista mucho.

Jeanette, en aquella antigua canción, decía que era rebelde porque el mundo le había hecho así, y a mí, al vecino del mundo los años me han hecho malpensado.  


Huele mucho a que el PNV ya está preparando la estrategia para las próximas elecciones al Parlamento Vasco, que presumiblemente serán hacía el próximo Noviembre. Y  parece ser que pretenden pasar tanto a Podemos y a EH Bildu, nada menos que por la izquierda.


Siempre me ha hecho gracia, por el descaro que gastan, cada vez que un partido y tras unas elecciones, dice que ya ha entendido el voto de su electorado: Indefectiblemente cada uno arrima el ascua a su sardina,  y además sin parpadear.


Al final, y tras 36 años, descubriré  que sigo trabajando en un banco londinense, y además se lo deberé al PNV.



Lo bien que nos sientan los partidos del centro. Porque a la derecha ya no queda nadie…


*DIBUJO: DE LA RED