¡Tranquilos! Desde hace una semana no sabéis nada de mí,
pero estoy bien y no he sido víctima de ningún secuestro. Como decía mi madre: “Nadie
quiere alhajas con dientes”.
Ocurre que he estado fuera y aunque tenía contratado el
famoso “pintxo” de Euskaltel, los dos gigas que se podían contratar
como mayor opción sirven para muy poco. Y digo yo, en lugar de para mis
adentros, para mis afueras: Si eres el único favorecido como cliente,
no hay nadie más en tu casa, y cuando no estás, tanto la televisión, como
internet y el teléfono fijo no se usan, y tienes que pagar 20 euros más por
el servicio de “pintxo”, como se dice en mi pueblo “Hacemos un pan con unas …
tortas”. Porque pago mucho más por algo que se ha demostrado que no
llena las expectativas, y me he quedado sin actualizar el blog, y
consiguientemente sin estar en contacto con vosotros.
Me niego a pensar que no hay un dispositivo que, estando fuera del domicilio, indique
que no se está consumiendo nada de los productos, y mientras,
se pueda sustituir por algo más efectivo que ese pintxo de marras. Parece
que el hombre llegó a la luna y … ¿se quedó allí?
Por lo demás, y no es poco, con ganas de ser abducido a
otra época que no sea electoral; porque si ya en los genes de un político está
el decir mentiras como sandías, de grandes, y no de sabrosas, lo de ahora ya
linda la histeria.
Rajoy recitando odas a las alcachofas y al ganado vacuno.
Se le dan bien los auditorios que no replican. Por cierto, y no es una crítica
sino un consejo: No hay nada más triste, y surrealista al mismo tiempo, que poner un par
de micrófonos, CON EL LEMA INCLUIDO, en pleno campo. Aunque popularmente a los micrófonos se
les llame también alcachofas, desentonaban con el paraíso, según Don Mariano,
en el que estaban.
Pedro Sánchez está, pero como si no estuviera, porque es
una especie de Monchito, y José Luis Moreno y su mano serían
los que verdaderamente cortan el bacalao de su partido, empezando por la Emperatriz
del Sur, Doña Susana Díaz.
Albert
Rivera, por su lado, se nos ha transformado, y sin ánimo de
faltar, en una especie de Mary Poppins de nuestra política; regañando a todos
lados una y otra vez, e intentando inculcar buenas maneras, evidentemente, las
suyas o las que le convienen. Por cierto, y si entre receta de azúcar y aceite
de ricino, hay que hacer como que se escucha a un cantante callejero que se “bambolea”,
pues se hace el esfuerzo aunque se esté más perdido que el pulpo Paul, que en
paz descanse.
Para terminar estos pequeños apuntes, y no por ello el
último, aunque muchos así lo desearan, el Señor Iglesias, Don Pablo, que es
más difícil de encontrar en su verdadero yo, que un traje de camuflaje en “El
Corte Inglés”. El camaleón que lleva dentro está en pleno funcionamiento. Y si
el líder de Podemos se mirara un poco en su propio espejo, quizás se diera cuenta de que él mismo puede ser su
peor enemigo.
Y mientras, el españolito medio se debate entre votar o
botarles. Este vecino, sin embargo, lo tiene más que claro, como se dice en mi
pueblo: “clarinete”.
El día 26 de Junio hay que ir a votar para botarles a la
mayoría, y si pudiera ser, castigarles escribiendo un millón de veces el siguiente texto:
“Lo importante es el país y sus habitantes,
todos los votantes, y nunca, nunca más, volveré a favorecer ni a mi partido ni
a los poderosos. Si lo vuelvo a hacer, esta vez vendrá el Apocalipsis”.
¡Así están las cosas!
*FOTO: DE LA RED