Hoy me he levantado contento. ¡Tranquilos! No voy a
hablar de sexo. Me he levantado contento porque acabo de comprobar que lo que
uno piensa coincide, al menos, con otra persona, esta famosa, y que tiene una buena reputación
en cuestión de ideas, y actos, que en el fondo son los más importantes.
He leído esta mañana unas declaraciones de Don Karlos
Arguiñano, cocinero de pro y hombre cabal mil por cien, ya que detrás de ese
humor socarrón hay una filosofía de vida nada desdeñable. Ni está a favor de
tanta proliferación de concursos culinarios, ya que considera que cocinar es como
hacer el amor, con tranquilidad y reposo, y no carreras de motos, ni le
gusta que los niños aparezcan en concursos en la tele.
Según Arguiñano “Los niños tienen que estar jugando en el
parque. Si ese chaval fuera hijo mío, no le presentaría en un programa, iría
a clases de flauta, a jugar al fútbol, a pelota y a la piscina». ”
Desde que han proliferado, porque eso es lo que ha
ocurrido, programas concurso con niños dentro, como una decisión personal me
he negado totalmente a verlos. No solo los de cocina, naturalmente, sino también esos
concursos musicales. Tras el talento se esconde soterradamente, al menos para este
vecino del mundo, la explotación comercial. Y aunque el niño, o niña, que ahora
es políticamente correcto, puntualizar por todo, cante o cocine como si fuera
un juego, en cierta manera ya el ámbito en el que lo hace (en este caso en
televisión) es un trabajo, como mínimo de varias semanas. Y los niños no tienen
que tener ese tipo de obligaciones.
De hecho, uno de los programas que a este vecino más le
gustan, “Tu cara me suena” este año se ha convertido en versión niños, y desde
el principio se ha negado a verlo.
La mejor manera de comprender los ejemplos es llevarlos a
su máxima potencia. Todos nos acordamos de casos como el de Marisol, y
Joselito, y sus declaraciones cuando ya eran adultos. Detrás del espectáculo,
están las bambalinas, los entresijos, y allí no todo es oropel. Y para máxima potencia en el
ejemplo, la vida de Michael Jackson, a él y a sus hermanos, les gustaba cantar,
pero el negocio que se montó a su alrededor, les convirtió en auténticos
esclavos, en los que el presunto vigilante era su padre.
Está demostrado que una persona para desarrollarse
auténticamente, tiene que ir, durante toda su vida, cumpliendo todo tipo de
etapas, y una es la de jugar.
¿Nadie se ha preguntado nunca la razón de la
casa, “Neverland”, de Michael Jackson? Una especie de parque de atracciones
dentro de su propia casa…
Cada fase tiene su tiempo. Y como diría una gran y
desconocida filósofa, como es la madre del vecino del mundo, “el
trabajo de los niños es jugar”.
Bien pensado, además, “Neverland” (“El país de Nunca
Jamás") es una isla ficticia en la novela fantástica de J. M. Barrie,
"Peter Pan", en la que los niños no crecen, sólo existe la diversión
y la felicidad. Y nosotros nos tenemos que encargar de ello. Somos los
guardianes de Neverland, ante cualquier enemigo del niño, aunque se disfrace de
concurso, y corramos el peligro de que en nuestras pupilas aparezca el signo del dolar, o del euro.
*FOTO: DE LA RED