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sábado, 2 de enero de 2021

ÚLTIMAS Y PRIMERAS VOLUNTADES...


 Comienzo el año cabreado.  En la madrugada del día 2 de Enero he perdido un vuelo a Mallorca. He llegado tarde por minutos, y lo que es peor, he visto como el aparato tomaba vuelo con mi familia dentro.

Ha sido en sueños, pero es todavía mucho peor. Porque allí no existe la nueva normalidad ni saben de pandemias ni de “confinamiento” que según  La Fundéu, Fundación del español urgente,  por su parte, la ha elegido su palabra del 2020. Era una de las palabras más claras de los últimos años, por obvia, en un año nada obvio, sino descarado y hasta insoportable.

El primer día del año me lo he pasado en casa intentando abandonar en cualquier esquina el pedal agarrado en la Nochevieja, y con las manos preparadas para hacer aspavientos por si alguien a mi alrededor hablaba un poco más alto. 

No ha hecho falta las precauciones porque siguiendo la estela de la noche anterior, la última del año, sigo más solo que Iñaki Urdangarín cuando estaba en la cárcel. Que él, al menos, ha terminado el año con buenas noticias, y le modifican, a mejor, sus condiciones penitenciaras.

Bien pensado, yo también tengo buenas noticias. En Nochevieja he inaugurado mis viajes por Skype en la modalidad de ebrio hasta las cejas. Iba a decir que el sufridor, pero como iba tan pedo como yo, o incluso más, lo de sufridor le viene grandísimo, es mi único amigo sobreviviente junto con este vecino del mundo de nuestra cuadrilla original.

Lo de mi pedo, mi castaña, mi cogorza, mi merluza, tampoco tiene mucho que comentar, ni ponerme cerca de Baco como alumno aventajado. Al no beber alcohol normalmente, la melopea la he debido de coger al agarrar el corcho de la botella de cava para extirparlo. A no ser que en las borracheras también haya una variante británica que contagie también muy rápidamente.  Pero creo que no va a ser el caso.

Antes de terminar quiero pedir perdón a mis vecinos que sobre la una de la madrugada de Nochevieja, me hayan tenido que sufrir a voz en grito mis conversaciones con mi amigo diciéndole a él y a su pareja, lo mucho que les quiero. Ellos también están en Donosti, pero cuando te pones por Skype ya partes de que Internet tiene que ver mucho con “La guerra de las galaxias”. Es como si ocuparas una nave espacial que te va a teletransportar, y uno ignora los recovecos que tiene el ciberespacio. 

*FOTO: DE LA RED