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lunes, 5 de agosto de 2013

FAUNA VERANIEGA

Ya nos recordó el genial y habitualmente cabreado Fernan Gómez que las bicicletas son para el verano. Pero otras muchas cosas son para el verano también.
Cuando uno toma sus vacaciones en Agosto, es como si se sintiera uno de los protagonistas de “Atrapado en el tiempo”, película también conocida como “El día de la marmota”, y le ocurrieran continuamente escenas ya vividas, o frecuentes déjà vu, como diría el “enterao” de turno.
Decir Agosto es decir: operación salida, operación retorno, el famoso concurso de El cante de las minas, Celedón, Marijaia, y las Semanas Grandes, de muchas ciudades; sin olvidar a las famosas Lágrimas de San Lorenzo.
Este vecino siempre ha pensado que el oficio de periodista es como el de médico, que está abierto las 24 horas del día. Por lo demás, salvo los imprevistos, si se tiene una carpeta a modo de archivo de cada mes, hay noticias que se repiten todos los años, y ser periodista en Agosto, es un poco más fácil, y sino que se lo pregunten a los propietarios de emisoras de radio, que en estas fechas están plagadas de becarios, y siguen funcionando igual. Y es que los becarios también son para el verano. 
Más de uno se preguntará la diferencia entre “turista” y “veraneante”, y para este vecino del mundo, la diferencia es clara, turista es aquel que aprovechando unos días de vacaciones, este año va a un lugar y el siguiente a otro. Aunque pueda repetir estancia, no es lo habitual. Sin embargo el veraneante, termino cada vez más en desuso, es, por decirlo de alguna manera, aquel que vuelve al mismo lugar, y no precisamente en Navidad, sino cada vez que tiene vacaciones, normalmente largas temporadas, aunque en la vida actual cada vez son menores.
Antes de terminar por hoy, este vecino, va a hacer una corta lista de personajes sin los que el verano no sería lo mismo, y normalmente no los relacionamos con las vacaciones estrictamente:
-Todos aquellos que en contraposición a la figura del vampiro, en cuanto ven la primera luz del día, se pertrechan de todo lo pertrechable y desmontable, y se posicionan en primera linea de playa, sin mirar siquiera, si ese día va a llover o no. Y es que en el chip que nos incrustan al nacer, en el verano no llueve, y hay que tomar el sol porque sino, seremos diferentes, y eso no se puede permitir.
-El ingeniero en levantar músculos, también denominado “culturista”. Ya que ¿qué es una playa sin un culturista aficionado?, y que con cara de pasar desapercibido, intenta su segundo de gloria ante tus ojos. Siempre van acompañados de su pareja, aunque lo curioso del caso es que nunca, nunca, van a la par. El culturista en cuestión siempre va delante o atrás, con lo cual a la otra persona le está convirtiendo en estrella, ya que ellos parecen sus guardaespaldas.
-El trabajador de chiringuito, con color de esclavo, sonrisa jovial, y ademanes de camionero, en realidad se cree un donjuán, y solo es utilizado por la turista de turno para que le sirva más rápido.
-Y, en general, “la fauna”, dicho con todo el cariño y admiración, de que se compone todo mercadillo que se precie. 
Uno siempre se pregunta que cuando se termina ese mundo, normalmente al mediodía, dónde están esas personas, y si siguen gritando el resto del día, esta vez a sus allegados, incluso para pedir la sal durante la comida.
¿Vestirán, cuando van de “paisano”, las mismas ropas? ¿Comprarían su propia casa también en un mercadillo? ¿Existen estudios que te preparen para trabajar en ese medio?
El verano, y las vacaciones estivales, son un mundo, y en muchos momentos seguro que el sol no lo alumbra todo.

*FOTO: DE LA RED