¡Cómo
pasa el tiempo! Parece que fue ayer cuando estábamos haciendo
nuestros propósitos para el nuevo año, y el tiempo de vacaciones
veraniegas ya está aquí.
Esta
noche, sobre las diez, este vecino del mundo se monta en un
autobús que le llevará, tras un viaje de unas nueve horas, a
Torrevieja. Una especie de “road-movie” a la española. La
familia, me seguirá una semana después.
Se
supone que será una buena noche para trasladarse. Luna llena, y no
es fin de semana, fecha en que se supone que la gente se vuelve loca
viajando. De hecho, el autobús lo cogí hace pocas fechas por
internet, y era el día que menos viajeros tenía.
Este
vecino lleva ya más de trece años convirtiéndose en torrevejense
en verano. Es curioso, porque anteriormente, Torrevieja solo me
sonaba a paraíso de las habaneras, y objeto deseado de concurso
televisivo pergeñado por el Señor Narciso Ibañez Serrador. Pero
una serie de circunstancias, como que mi hermana se trasladara a
vivir a esta zona, hizo que me fijara en una de las “Mecas” del
turismo español.
Lo
que tiene Torrevieja es que aunque miles de personas coincidan en la
misma zona durante varios meses, el lugar, al ser tan grande, no se
hace agobiante, porque si este vecino algo odia es el tener que pedir
permiso para andar.
Bien
es cierto, que desde que este vecino tuvo algún problema en la piel,
motivado por anteriores exposiciones al sol, ahora evita las horas
punta en la playa, y las únicas exposiciones que intenta hacer es la
de sus cuadros. Y como duerme poco, se baña en la playa sobre las
nueve de la mañana, mientras un grupo de jubilados realiza
ordenadamente su tabla de ejercicios diaria. Luego, al atardecer,
sobre las ocho, otro baño me recuerda que estoy de vacaciones. Y es
que alguien dijo alguna vez, y estoy totalmente de acuerdo, que lo
bueno que tiene el sol es la sombra, y el resto del tiempo, como
vampiro despistado por las costas españolas, evito los rayos del
sol. Eso sí, conozco Torrevieja la nuit al dedillo.
Que
no se malinterpreten mis palabras. Por la noche no me convierto en el
rey de los tugurios, sino en el de los paseos. Y si algo tiene
Torrevieja es lugares para pasear acompañado del rumor del mar.
Este
año tengo antojo de un paseo sobre las cuatro de la madrugada por
una especie de brazo de mar que construyeron en su momento,
principalmente de madera, y que acaba en un faro, en el mismo puerto,
y que hace adentrarte en el mar, un kilómetro más o menos.
Que
no se entienda todo lo anterior, como un panfleto publicitario,
dedicado a atraer nuevos turistas a la zona, porque no era la
intención de este vecino del mundo, ya que para la mayoría de la
gente que conoce ese paraíso, en un gesto de egoísmo, cuanta menos
gente descubra esa zona, sinceramente, mejor.
De
todas maneras, por ahora al menos, abunda más el turismo familiar, y
no el de jóvenes extranjeros en busca de su ración de alcohol y
juerga nocturna. Para eso, se promocionan otros lugares.
Lo
dicho, mañana, si todo va bien, os hablaré con rumor de habaneras,
que por cierto, hoy mismo comienza su concurso internacional.
*FOTO: DE LA RED