Ayer
corrió por todos los medios de comunicación una noticia en la que
se decía que Leticia Sabater se vende en diputaciones y
ayuntamientos como la artista del PP.
Este
vecino pertenece a una época del calendario en la que no existía
Doña Leticia Sabater, y es que ya había otros problemas más
importantes en España.
A
los niños nacidos a finales de los cincuenta, y que tenían la
ocasión de ver la tele en su casa, en la del vecino, o en la de
algún pariente nos sorprendieron con un programa llamado “Antena
infantil” y con unos personajes llamados Los
chiripitifláuticos,
encaminados en realidad a hacernos trabajar la mente, quizás para
evadirnos de nuestro entorno.
Los
niños espectadores de Doña Leticia Sabater son ahora más de
intentar salir en realities y de mostrar sus vergüenzas en
discotecas y saraos varios, como la propia presentadora.
La
noticia parece motivada por un correo electrónico enviado a una
dirección incorrecta, es decir a la sede de un partido que no
comulga con las ideas de la rubia de España.
Lo que ocurre es que este vecino del mundo no se cree el error.
En
mi pueblo el que no era mal pensado no sobrevivía, y el que conozca
el ir y venir de la musa de los niños de los
ochenta/noventa se dará
cuenta de la cantidad de restriegues a la orilla del mar, con el
maromo de turno, que han aparecido, y que según ella eran robados.
En
primer lugar, vaya por delante, que esta rubia no es rubia, y que por
lo tanto lo del tópico de “rubia luego tonta” no puede ir con
ella.
Ha
participado en varios realities, desde ir a una isla a pasar hambre,
a estar en un pazo perdido por el Norte de España, y siempre la ha
montado con el mismo proceder. Se hace amiga de algún otro
concursante, luego dice que ese alguien le ha decepcionado, y se
dedica a salir en todos los programas de la cadena alegre tirándose
de los pelos, dicho de una manera metafórica, con quien hiciera
falta.
Doña
Leticia Sabater, como los ladrones de guante blanco, se pasa todo el
día maquinando para no trabajar.
De
todas las maneras, este vecino le diría con mucho cariño, que hace
ya muchos años, esta otrora presentadora para niños, dejó de ser
persona para convertirse en personaje, y ahora está corriendo el
riesgo de ser una mera caricatura de lo que algún día creyó ser.
Hay que tener mucho cuidado con los géneros, porque algunas veces
crees que estás interpretando una comedia, “Buenos días con
alegría”, y puede acabar en drama, “La noche más profunda”.
*FOTO: DE LA RED