Si como dice el tango “veinte años no es nada”, cuarenta deben de ser como un suspiro prolongado, y cuando te das cuenta del casi niño que eras, no eres abuelo porque a tus hijos no les ha dado por procrearse, o al menos no ha habido notario que levantara acta en tal sentido.
Y es que hay noticias, que realmente te hacen sentir el
paso del tiempo. Estos días se está celebrando, es un decir, la
última selectividad. Ya han pasado cuarenta años, de ahí lo del “suspiro
prolongado”. No, no es que a este vecino del mundo le den ataques de añoranza
muy frecuentemente, quizás porque venía de unos años de los que tampoco había
mucho que añorar. Lo que ocurre es que este vecino estuvo en aquella primera
convocatoria de Junio de 1975, concretamente en Donosti, y a la que él asistió,
tuvo lugar en la Facultad de Derecho.
Sí, curioso seguidor, a mí también me salen 41 años tras
hacer la resta, sin embargo toda la prensa se hace eco de esos “40 años”. Me
imagino que igual hablando de años académicos, cuentan como 40, porque ni me ha
apetecido ni tengo paciencia como para hacer la cuenta exacta.
Al ser de un pueblo, el tener que ir a la capital, creo
recordar que durante dos noches, fue más una especie de excursión, de la que
recuerdo que la noche en que llegamos, y para evitar tensiones, nos fuimos al
cine, naturalmente a ver el éxito del momento: “El jovencito Frankenstein”.
De nuestro instituto, en Junio aprobamos todos. Se comentó
que a nivel de la provincia aprobaron también muchísimos, porque, como todo en
este país, el primer año de la selectividad fue de gran controversia, y hasta
muy última hora, tampoco (porque al parecer, con los cambios que se están dando ahora, ocurre lo mismo) se sabía exactamente cómo se iba a desarrollar la
prueba.
Se suele decir que lo importante para evolucionar es no
olvidar el pasado, y este vecino no lo olvida, aunque parece ser que muchos sí,
porque no aprendemos. Y como dijo ese gran filósofo español, Don
Julio Iglesias, “La vida sigue igual”. Eso sí, ahora
a todo color y con pirateo de todo tipo. Aunque ya se sabe que “piratas”
ha habido siempre, especialmente sin parche en el ojo.
Los que siguen a este vecino del mundo ya saben que si
algo le sobra, al menos lo intenta, es ironía. Y que cuando decía “pirata” se
ponía un poco meloso, guiñaba un ojo y hacía un mohín con sus labios, mientras
pensaba en un cardenal que estos días “ha arremetido”, porque esta es la
expresión que mejor le va, contra los homosexuales.
Este vecino tiene la desgracia de que le gustan las
mujeres y que, además, no le hacen mucho caso. Pero, aun así, lo que no está
bien, no lo está, y para no romper con mi costumbre de no perder los papeles,
el cuerpo me pedía hacerle un mohín
malote al citado cardenal, mientras le llamaba, y no es gran cosa: Pirata.
Lo dicho, ni veinte, ni cuarenta años son nada, cuando
uno no quiere ver la vida como viene, aunque ningún parche se lo impida aparentemente, o crea que tiene
razón en todo. Esto último debe de ser fuente de todo sufrimiento, al comprobar
lo malo que son los demás, siempre los demás.
*FOTO: DE LA RED