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lunes, 9 de septiembre de 2013

PIRATAS DE SOFTWARE DULCE

He tenido que resetear  el ordenador, y por esas neuras que le dan a uno, y al quedar el disco duro libre de polvo y paja, me he imaginado que tiene que ser muy parecido a sufrir de amnesia, con la diferencia de que, se supone, ésta se pasará algún día, y cada imagen, y día, tendrán su recuerdo, si es que tienen que tenerlo.
Incluso me imagino que los mismos olores te tienen que ayudar a recordar, cosa que con un disco duro no ocurre. A  este vecino del mundo, oler a pólvora siempre le retrotrae a la víspera de los Reyes Magos, allí en su Elgoibar natal, esperando  que la cabalgata bajara del monte, aunque siempre le hizo sospechar que en todo aquello había algo raro, más que nada por el “negro” de los pajes, más agudizado en algunas partes de su cuerpo que en otras. Los negros de las fotos y de las películas, no eran igual. Y, otro pequeño detalle, se supone que la comitiva era la primera vez que llegaba a ese pueblo, y saludaban a todo el mundo como si les conocieran de toda la vida.
Tiene que ser realmente duro estar delante de la persona que más has querido en tu vida, y ser incapaz de situarla en tus recuerdos, porque, en realidad, viviremos más allá de nuestras vidas siempre que haya alguien capaz de recordarnos, para bien naturalmente, porque en el otro caso, como se dice en mi pueblo, en ese mismo de la cabalgata, en realidad te acuerdas de la madre que le parió, lo cual es realmente injusto con esa madre, pero así es la vida, y sino que se lo pregunten a la madre de un árbitro de fútbol.
Por cierto, lo que ocurre con los discos duros es igual a lo que ocurre con nuestras propias vidas. Siempre hacemos el firme propósito de no meter, y con perdón, más mierda en ellas, y en el disco duro del ordenador, y al final, siempre encontramos de todo, y no nos damos cuenta hasta que es otra persona la que enreda entre lo nuestro, y saca cosas que en realidad nos hacen enrojecer, o más bien cambiar de tamaño, e intentar desaparecer, por de pronto, de los ojos del que, con permiso o sin él, ha entrado en nuestro disco duro de los recuerdos.
Además,  y ya para terminar, en el caso de que sufriéramos de amnesia, no es el caso de los demás,  y es tan importante recordar , como ser recordado. Por eso este vecino no entiende a todos aquellos  que en un momento, o en muchos, han defraudado a los que les rodeaban, porque podrán resetear su disco duro, pero hay muchos más discos duros, que no podrán tocar, y esos siempre serán testigos de su comportamiento, y si se vistieran como se tiene que vestir un hombre, o una mujer, no vivirían tranquilos;  pero éso también tendrá que ver con el tipo de software que utilicen. Y muchos de ellos no es que pirateen su vida, sino que ellos mismos son unos auténticos piratas, piratas de software dulce.

*FOTO: DE LA RED

lunes, 6 de mayo de 2013

EL OLOR DE LA PRESENCIA


Hay muchos momentos de nuestra vida que se pueden resumir en un olor. Y al revés, que merced al olor que en un cierto momento te puede vestir, te traslada inmediatamente a algún otro momento vivido.
El olor a pólvora siempre me ha traído el inequívoco recuerdo de la víspera de los Reyes Magos. El olor de la cabalgata de mi pueblo, producida por la combustión de las antorchas que portaban las filas de pajes desfilando antes de cada rey.
El olor a puro, también retrotrae a este vecino del mundo, que nunca ha fumado, pero sí recuerda a su padre fumando uno después de una buena comilona en la celebración de cualquier fiesta, y como buen hijo de alguien nacido en el pueblo de Azpeitia, y de entendible afición taurina, en un pueblo que posee una muy bonita, aunque pequeña, plaza de toros, tardes en el tendido de sol en las fiestas de San Ignacio.
Y lo mismo que hay olores con buenos recuerdos, los hay también que viajan con malos recuerdos incorporados, como el olor a asepsia en un hospital, acompañando a un familiar enfermo, porque en contra de lo que se pueda pensar, la asepsia huele, lo mismo que el agua, que siempre nos han enseñado que es insípida, tiene sabor.
Y quizás en esta vida lo peor sea oler algo que no te traiga ningún recuerdo, es como las personas que no te sugieren nada, aunque sea bajos instintos.
En esta vida al final lo que cuenta no es el dinero, sino los buenos recuerdos que te llevas, y que dejas tan bien. Siempre se ha dicho que no hay más pobre que aquel que solo tiene dinero, aunque es probable que el que diga eso, nunca haya tenido la posibilidad de comprobarlo.
Tras un cierto olor a podrido, una flor en la nariz hace que los aromas otrora medio olvidados y que están recubiertos del polvo del olvido, brillen con más fuerza.
Lo más triste en esta vida es el pasar por ella sin significar nada para nadie, y que nadie te recuerde ni para bien ni para mal, el bañarse entre dos aguas, sin definirse por ir al Norte o al Sur, por nunca dar con el puño sobre una mesa para dirigir las miradas de los demás a la boca por la que surgen tus derechos.
Tiene que ser terrible que detrás tuyo solo quede un cierto olor a nada. 

*FOTO: DE LA RED