En estos tiempos en que nos levantamos creyéndonos ya con
poderes de futurólogos porque sabemos que hoy también nos vamos a enterar de
algún que otro corrupto de campanillas, y que por eso nos sentimos curtidos en
todo tipo de infortunadas sorpresas, una simple foto puede actuar, nos decían
en nuestra infancia allá a principios de los sesenta, como un "soplamocos" que
puede hasta remover tus fantasmas del pasado. Y es que ya está comprobado que a los selfies también los carga el diablo.
Hoy en Twitter he visto primero un fotograma de un selfie
cuyo original era un corto video, y luego tras indagar un poco, he verificado
la estupidez al completo, y comprobado, una vez más, cómo te puede cambiar
la vida de un segundo a otro, especialmente si tienes uno de esos días, y voy a
ser irónico, en que tu ángel de la guarda está un poco despistado. Lo ocurrido en el video, al parecer, no ha llegado a mayores pero el protagonista ya debería tener la
sensación de que está viviendo una prolongación de su vida.
La gesta estúpida debió de ocurrir a finales de enero de
este año, en el que un joven de la India siente la imperiosa necesidad de
hacerse un selfie mientras se acerca un tren, me atrevería decir de esos de
corta distancia. Aunque tratándose de la India, cortas distancias a lo mejor se
consideran también los mil kilómetros.
Como mínimo el joven debe de tener incrustada a modo de
tatuaje en su mejilla derecha parte de chapa y pintura de la máquina del tren,
y esperemos que se le haya “pegado” al mismo tiempo un poco de juicio para el resto de su vida.
Y a este vecino le ha dado por pensar la cantidad de
gente que ya ha visto irse quedando en el camino desde la más tierna juventud,
por cosas, o por causas, que se veían venir, como malos hábitos por mucho que se
disfrazaran de modernez muy moderna.
Los setenta/ochenta fueron muy crueles. Pertenezco a un
pueblo guipuzcoano en el que durante mucho tiempo tuvo reflejado en cifras a
nivel mundial un alto porcentaje de caídos por la droga, ya que fue una
cuadrilla entera en un pueblo más bien pequeño que compartían algo más que
sustancias, y las estadísticas siempre tienen mucho de frialdad.
Y lo más
triste es que tú te ves envejeciendo cada vez que te observas en el espejo, y
compruebas tu trayectoria cambiante, pero los recuerdos de aquellos que ya no
están siempre vienen vestidos de caras jóvenes y sonrientes, cada día un poco más
ajadas y claras, eso sí, por el paso del tiempo. Y en momentos que como hoy,
parece que me ha pillado un poco flojo, hay recuerdos que te golpean con la
frialdad de aquella situación, y aunque tú, protagonista de tu historia, sigues
vivo, quizás por eso mismo, te sientes un poco culpable por vivir, aunque sólo les
conocieras de vista.
Ser inmortal, siempre que solo lo fueras tú, si lo
piensas un poco, tiene que ser el peor de los castigos: una continua
sensación de déjà vu, y los demás
preguntándose al verte “¿Éste de dónde viene?”. Y lo peor de todo, ya que se
puede entender de todas las maneras: ¿Quién le ha dado vela en este entierro?
*FOTO Y VIDEO: DE LA RED
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