Este vecino del mundo ha estado ponderando un buen rato sobre qué decir en el último post del año. Y como uno no tiene el poder de ser genial,
o estar sembrado, en cada momento, ha tomado la determinación de que lo mismo que
piensa cenar esta noche en un atuendo que los pijos denominarían “casual”, y
que en el pueblo que me vió nacer, Elgóibar, describiríamos como “de andar por casa”, que es como
realmente me siento bien, en este post, el último de este año, solo quiero
hablar de vosotros, ya que el resto del año ya aprovecho para hablar de lo que
me mueve y me conmueve.
Hablando con el corazón en la mano, metafóricamente hablando,
por supuesto, si no sería cuando menos engorroso e incluso complicado, os deseo que se cumplan todos vuestros planes, y que
hagáis lo que verdaderamente os pidan vuestros respectivos cuerpos, dentro de
un orden naturalmente, y sin volvernos locos. Respetando, por supuestísimo, a
los demás y a sus respectivas maneras de ver la vida.
Ya hace tiempo que este vecino si tuviera que diseñar su “alma
interior”, sería más bien de tendencia minimalista, y en colores de gama “blanca
inocencia”.
Si nuestras vidas fueran historias escritas, el libro de
este año se cerraría hoy, y el mañana, como en realidad ocurre, seguro que es
otra historia, aunque el protagonista, tú, sea el mismo.
Un abrazo a cada uno de vosotros, y un muy feliz año
nuevo.
*ILUSTRACIÓN: DE LA RED
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