Veo, es un decir, el cómo va a quedar la futura estación
del Ave en Donosti, en Atotxa concretamente, y es tan bonita, e integrada en el entorno, que no diría eso
de que parece un San Luis, pero que quizás sobremos nosotros, los que la vamos
a manchar tan sólo con nuestra presencia…¡Cosas mías!
Como cosas mías son también que uno viva en Roma todo el
año y no conozca el Vaticano, o en versión donostiarra, que uno esté todo el
año paseando por el Urumea y sólo conozca el Festival de Cine a través de las
noticias, y del “glamour”, que no se vende en droguerías, pero que sí se sufre
cada vez que haces compras en “nuestra-querida-Donosti”. Una pena, otra más, el no haber podido ver a Donald Sutherland, y el que una vez fue el Casanova de Fellini. Toda una frustración para cualquier cinéfilo.
Y es que de la leyenda solo nos cae el polvo, además al ojo,
y no es ni de oro ni tan siquiera dorado.
Más de uno de nuestros lectores me ha preguntado el por qué
me llevo tan mal con Donosti, y siempre digo lo mismo, no me llevo mal, sino
que la quiero tanto que soy como el ama de casa que no se siente correspondido.
Quizás sea lo que tienen los amores canallas, que te atraen, pero que te dejan
siempre con esa sensación de frío, de incomprendido. Y, especialmente, juntar el concepto de "Donosti"
con "canalla" es como unir a Cupido con las armas, por muy blancas
que sean.
Este vecino del mundo no se encuentra hoy en "La bella Easo", sino en Bilbao, y quizás sea eso de que Bilbao está en todas partes y sienta una especie de morriña donostiarra, quizás por esa ascendencia gallega por parte materna, que aunque no se ve, se siente. Pero lo dicho, seguro que son cosas mías...
*FOTO: DE LA RED
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