Llevamos una época que
con respecto a la libertad de expresión, como se dice vulgarmente en mi pueblo,
nos la tenemos que coger con papel de fumar. Y hoy no me refiero a esa llamada ley
mordaza, sino a esa costumbre que tenemos en respetar al famoso siempre
que sea políticamente correcto. En cuanto habla abiertamente, y más de un espectador, incluso, las reconocería también como opiniones suyas vertidas en su ámbito familiar, se le da "leña al mono". Quizás, en el fondo, el oyente no las tolera porque ese dardo ha
caído en el mismo centro de él como diana, porque se ha sentido reconocido en las protestas.
Hace unos meses, y por haber
salido en El hormiguero, felices y con las defensas de sus comentarios bajas,
Dani Rovira y Clara Lago, especialmente ella, fueron vapuleados en las redes
sociales. Solamente por quejarse de que a mucha gente no le importa ni la hora
ni el momento para pedir cuantas fotografías quieran sacarse con una de las parejas de moda, y sin dar
las gracias por ello, ni apenas dirigirles la palabra.
Y casualidad, más
recientemente (hace unas dos semanas), y en el mismo programa le ha ocurrido lo mismo, a
Úrsula Corberó, por hacer un comentario muchos opinarán que desafortunado. Este
vecino opinaría que cuando menos fue valiente, sincero y personal. Porque solo
hablaba por ella cuando comentando una visita suya a Cuba dijo que los cubanos
son unos pesados. Ella se refería, claro está, por tenerlos como
moscones. Cuando todos sabemos que a Doña Úrsula por estar como está,
terriblemente bella, eso le ocurrirá en Cuba, y en mi pueblo, si va, porque
todo español sin necesidad de ser navarro o maño, lleva dentro a un “pequeño
brutico”, que mitad por timidez y mitad
por no quedarse corto se pasa de frenada.
Queremos que la gente famosa
sea dicharachera, sin respuestas repetidas y amaneradas, que dé juego, pero eso
sí que no se pase ni un pelo, porque sólo nosotros nos podemos desmadrar en
nuestra intimidad, como Aznar hablando catalán. Y a los famosos cuando hay luz y taquígrafos
si se pasan, pues eso, “leña al mono que es de goma”. Y eso nunca es verdad, es
de carne, hueso y sensibilidad, a la que muchas veces nos importa un pito
dañar amparados en la multitud, aunque solo sea en forma de opinión, pero eso
sí tan afilada como el canto de una piedra.
¿En realidad queremos
opiniones puras y duras, o solo las políticamente correctas y que no dañen a nuestro postureo como juez y,
la mayoría de las veces, parte?
Sigamos dando caña a troche
y moche, en este caso es un decir, y esperemos que no al propio blog, y solo
oiremos propaganda pura y dura sobre el producto que es lo que en el fondo les
ha llevado a estar ese día en tal o cual programa. Y entonces, como poco, nos
vamos a aburrir “una jartá”.
*FOTO: DE LA RED