A los seguidores de la Real Sociedad nos han hecho pasar el
fin de semana desojando la margarita de quién será nuestro próximos entrenador,
en una especie de “tour de force”, de si serán churras o merinas, o de si será
David Moyes (el más que probable a falta del visto bueno familiar por eso de
tener que abandonar su isla y trasladar el hogar familiar a Donosti) o Pepe
Mel.
Siempre es bonito y atrayente un poco de suspense, lo que
ocurre es que mucho hace que la rosca del suspense se rompa, y ocurra como le
pasó a este vecino viendo la película “Seven” que al final le daba lo mismo
quién fuera el asesino con tal de que fuera alguien.
Si ya semana tras semana el aficionado realista tiene que
sufrir con los resultados, estando pendientes solo de si son malos o peores,
ahora también se nos hace sufrir para saber quién es el futuro entrenador.
No hay que confundir la actuación con la sobreactuación,
y me da la impresión de que un poco de ésto está ocurriendo,.
Este vecino, mal
pensado más por viejo que por demonio, está convencido de que ya está, como se
suele decir, todo el pescado más que vendido, y que se está esperando a la
finalización del partido de hoy, que se presupone palmaremos contra el Atlético
de Madrid, para informarnos del nombre y de esa manera enjuagar un poco el
resultado. Pero en realidad es más de lo mismo, aparte de perder tres puntos
más por indecisión, sigue pareciendo que más que preparar una carrera de un
equipo se prepara las disculpas para el próximo tropiezo. Y si se gana hoy, que
ojalá ocurra, “el ruido” del nuevo entrenador será silenciado por el resultado….
Estos días de espera me han hecho acordarme de aquel
relato corto del prontamente olvidado, y aunque muchos lo ignoren, en todos los
sentidos, donostiarra, Álvaro de Laglesia, en el que un torero tras una gran
faena sale a hombros por la puerta grande, y sus seguidores en lugar de dejarle en la
propia salida de la plaza, se empeñan en llevarle, y llevarle, y llevarle a
hombros, y al cabo de una hora y muy lejos de la plaza algunos al verles pensaban
que aquello formaba parte de una fiesta de disfraces.
Esperemos que tanto disfraz de suspense no oculte una
incapacidad para tomar decisiones en los momentos importantes, una especie de síndrome de presidente ante el peligro, porque aunque el
cambio de un entrenador tenga un coste económico, siempre es mejor a lo otro, a
la inoperancia de una directiva que le tiembla el pulso ante la operación
quirúrgica que requiere su club, perdón, que requiere “nuestro” club.
Señor Aperribay, los toreros saben que tienen unos pocos
minutos para hacer su faena antes de que el toro “aprenda”, y el suyo no es que
ha aprendido sino que se ha doctorado cumlaude.
P.S.: El partido lo ha ganado la Real Sociedad, 2-1, pero el misterio del nuevo entrenador continúa. Voy a buscar nuevas pilas para el marcapasos.
P.S.: El partido lo ha ganado la Real Sociedad, 2-1, pero el misterio del nuevo entrenador continúa. Voy a buscar nuevas pilas para el marcapasos.
*FOTO: DE LA RED