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miércoles, 7 de marzo de 2018

LAS QUEJAS VAN POR BARRIOS...


Últimamente, al menos en mi vida y en la de mi familia, están creciendo las compras por internet; por aquello de la facilidad, horario flexible y de que no hay que salir de casa. Incluso, en algún reportaje televisivo he comprobado recientemente que los diferentes sectores de ventas parece que están compitiendo con ellos mismos en cuestión de rapidez. En cualquier momento según terminas de pasar el pedido, sonará el timbre de tu puerta y recibirás lo deseado.

Ya muchos pedidos los puedes recibir dentro de las primeras veinticuatro horas. Será por ésto, o por lo que sea, pero el caso es que a este vecino del mundo ya le ha pasado varias veces, recibir una llamada por el telefonillo del portal, y en menos de quince segundos recibir otra a modo de apremio.

A las dos últimas llamadas precisamente ya les he dicho que normalmente en casa estoy en chándal pero sin intención de batir un récord mundial en cuestión de carreras o similares, porque entre otras cosas para batir los 100 metros lisos tendría que recorrer la casa dos veces, y no es plan.

Normalmente las llamaditas de apremio ocurren sobre las tres o cuatro de la tarde, que parece que a esas horas ya es cuando los repartidores, o los que diseñan el sistema, que sería diferente, ya tienen calculado, o estimado, terminar; y tiene toda la pinta que les pueden pagar por carga terminada, tarden lo que tarden. 

Ya les he comentado también, y en tono de ironía, que tampoco es justo ese supuesto apremio, pues si ellos ya tienen prisa, yo estoy levantado desde las ocho de la mañana, y podían haber venido antes… A lo que la lista de turno, y si hubiera sido "listo" hubiera dado igual, me respondió que si me lo hubiera repartido a las ocho de la mañana, ya no hubiera sido el último. 

Creo que por un momento, y sin mediar palabra, mi interlocutora y este vecino del mundo, nos sentimos como Epi y Blas, intentando explicar en un Barrio Sésamo de las nuevas tecnologías, la venta por internet.

*FOTO: DE LA RED