Hay programas televisivos que se les dan de progresistas,
y realmente, en el mejor de los casos, lo son, y de ir en contra de toda decisión discutible de gobierno en funciones o no, y al
final, bien pensado, cometen los mismos errores contra los que un día sí y otro
también, van en contra.
Sin ir más lejos, el programa de la Sexta “Al
rojo vivo” suele buscarle las vueltas a todo, y sin embargo, este
sábado, se vio claramente que por el espectáculo todo vale, y por cierto,
cuanto más barato mejor.
Si bien el seguimiento de la cadena ya mencionada fue muy riguroso con la crisis del PSOE en su sede de la Calle de Ferraz, para
cualquiera de los televidentes que conectaran sucesivas veces a lo largo del
día, aquello ya a simple vista olía a sudor, esclavitud y a “morir con la
alcachofa en ristre”.
Siempre se ha dicho que un periodista es como un médico, no tiene horas
fijas de trabajo, aunque visto lo visto, en realidad lo que se quiere decir es
que “cualquier hora, intempestiva o no, es del periodista que quiera mantener
su trabajo”.
Estamos todos los días con esa presunta explotación
empresarial y a los de la Sexta no se le cae los anillos en que el Señor
Ferreras y sus tres ángeles estén desde las ocho de la mañana del
sábado hasta más de la una de la madrugada del domingo (aunque para ser
exactos, el jefe, Ferreras, creo que dejo de aparecer en pantalla sobre las
nueve de la noche) siguiendo el asunto Ferraz como, y nunca mejor dicho, no
hubiera un mañana.
¿Eso es dar ejemplo a las nuevas generaciones de
periodistas, o simplemente un aviso a navegantes? ¿Es necesario como en toda
película de Hitchcock descubrir en qué momento aparece él, o lo importante es
la noticia?
Por un momento este vecino del mundo se imaginó tanto a Ferreras como a sus
tres chicas disfrazadas del inefable Wally intentando entrar en las oficinas de
Ferraz. Hubiera sido un puntazo para el programa que hubiera valido esa
votación que intentaron los partidarios de Pedro Sánchez con la urna oculta, y
que al hacer el recuento hubieran aparecido tantos votos a favor, tantos en
contra y tres gorros de Wally con el logotipo de la Sexta.
Quizás, entre los programas estrella, se debería de
enseñar también a conjugar el verbo “delegar”, porque puede llegar un momento
en el que lo importante no sea la
noticia sino el que la sirve y su estado emocional e higiénico.
*FOTO: DE LA RED
*FOTO: DE LA RED