Leo en los periódicos que la
vecina de Fuerteventura, Josefa Hernández, abandonó ayer la cárcel de Tahíche,
en Lanzarote, donde estuvo encerrada tres días y medio, después de que la
Audiencia de Las Palmas decidiera volver a dejar en suspenso su condena por
construir una vivienda ilegal.
Lo de la abuela Josefa, como
ya se le conoce a nivel popular, es una muestra más de cómo está el “patio
nacional”.
La mayoría, por no decir el
cien por cien, de los políticos españoles están como los niños en vísperas de
los Reyes Magos, prometiendo ser más buenos que en su vida anterior, y
escribiendo la carta, en este caso a sus electores, de lo bien que se han
portado y que mejor que lo van a hacer, e imaginándose como van a ser sus vidas
después de las próximas elecciones que seguro que, todos, las van a ganar. Y
mientras, como pasa siempre, la casa sin barrer, especialmente si se trata de
una señora ya sesentona que lo único que les va a dar es problemas.
No es de recibo que todo un
Señor Rajoy, al menos agradecer que no lo dijera detrás de un plasma, salga a
los medios diciendo que el viernes se arreglará todo, vía indulto, porque es el procedimiento habitual hacerlo
en la reunión que tienen los viernes.
No sé por qué (sí sé, mi
subconsciente es muy malo), me acordé de la película "Plácido", de Luis García Berlanga, y
la frase de la época franquista “siente a un pobre en su mesa”.
Lo importante, en realidad,
no era que Doña Josefa, pasara mucho tiempo en la cárcel, sino que simplemente
entrara, y demostrara lo dura e inflexible que puede ser la ley. Esa misma ley, que en otros casos de gente
presuntamente amiga a ciertos intereses, no es que se rompa, pero teniendo en
cuenta que estamos en el país de los toreros, pues eso, que la ley se torea de
muchas maneras, hasta que todos nos hayamos muerto de aburrimiento.
Algunas veces me pregunto
quién cuida la imagen de los partidos políticos, porque la del gobierno actual
no podría estar peor salvaguardada.
Hay que tener en cuenta que
ya nadie se chupa el dedo, y menos los votantes que ya más que escamados están
irritados, y el caso de la abuela Josefa
huele a escarmiento, y sobre todo a diferencia de trato en las clases sociales.Y hablando de "clase", alguno en este caso, ha tenido muy, muy, poca.
*FOTO: DE LA RED