Leo hoy en un periódico digital, y dicho por ella misma a
través de un tweet, que la actriz Helen Hunt, hace dos días, al
pedirle a la camarera de un Starbucks una bebida, le preguntó si
le hacía falta que le diera su nombre, y la camarera guiñándole un ojo de
complicidad le dijo que no. Al traerle la bebida comprobó, como mostraba el
vaso, que la había pedido para una tal “Jodie”, es de suponer que Jodie
Foster.
Quizás la Señora Helen Hunt para evitar riesgos, o
incluso para no asegurarse decepciones innecesarias, debería haberle dicho
directamente “Para Helen”; actuar, y nunca mejor dicho, como si no fuera
presuntamente conocida.
A favor de la camarera despistada, que tanto Jodie como
Helen tienen muchas cosas en común. Son rubias, de ojos azules, y de edades muy
parecidas (la primera tiene 53 años y la segunda 52). ¡Ah! Y que las dos son
actrices.
A más de uno le gustaría que le confundieran, alguna vez,
con algún famoso, quizás por aquello de “el minuto de gloria”. Y este vecino,
por experiencia, le aconsejaría, al que fuera, que mejor que no. No todos
los famosos son, digamos, que deseables.
Este vecino del mundo, calcula que sería Agosto de
mediados de los noventa, en Playa del Inglés, en Gran Canaria. Era de día, y
entre playa y playa, estaba un rato con sus huesos apoyados en una pequeña
barra que tenía el hotel, muy cerca de la recepción.
Notaba que otro cliente, más de 1,90 de altura y muy
fuerte (estos datos fueron de vital importancia para mi reacción
posterior) no dejaba de mirarme, y en un momento dado, nuestros ojos se
cruzaron. Él aprovechó el momento para preguntarme: -Perdone. ¿Es usted Luis
Roldán?
Lo que es el instinto de supervivencia. Inmediatamente
noté que si le llego a responder afirmativamente, y luego él además lo reconoció, me llevo el premio gordo, pero en forma de paliza monumental.
Tuve la suerte de que como no creía mi negativa, un
recepcionista se dio cuenta de lo que ocurría, y le dijo que había tenido mi
DNI en sus manos, y que decía la verdad.
Para aquella época el Señor Roldán, ya había llenado
portadas y portadas de periódicos, con sus fraudes, juergas, y huida al
extranjero.
Ha sido la vez que más orgulloso he estado de ser Don
Nadie, especialmente cuando la luz desaparece porque la persona que
está frente a ti se pone de pie, y notas que el tiempo se ralentiza. Sólo tenía
una pregunta en mi cerebro por razones de urgencia: ¿Mi guion termina aquí?
Con el tiempo, y quizás es lo peor, lo que más me dolió del tema es que el señor que me confundía, era una manera de decir que me había visto feo, fondón, y con cara de vicioso, ¿o no?
Con el tiempo, y quizás es lo peor, lo que más me dolió del tema es que el señor que me confundía, era una manera de decir que me había visto feo, fondón, y con cara de vicioso, ¿o no?
*FOTO: DE LA RED