Partiendo de que si nosotros no nos ayudamos a salir de
la crisis, nadie lo va a hacer, mi sufrida, La Nuri, y este vecino, tomamos la
determinación ayer de ir al cine a ver una película española, Ismael, con
director argentino, Marcelo Piñeiro.
La simple y compleja decisión al mismo tiempo de un niño de
ocho años, de que quiere conocer a su padre biológico demostrará que las
personas no son departamentos estancos autosuficientes, y que aunque ciertos
personajes llevan muchos años con cuentas pendientes, éstas tendrán que
resolverse ahora que el pasado en forma de niño ha llegado a su puerta.
En una historia donde se entremezclan clases sociales y
blancos y negros, el simple movimiento de un peón en el ajedrez de la vida,
hará que todas las otras fichas tengan que moverse también.
Con un gran plantel de actores, Mario Casas huyendo del
encasillamiento, de joven guapo, interpreta el papel de un enamorado abandonado,
que por su madre, una Belén Rueda contenida, sugiriendo más que diciendo, se
entera de que un niño de color, dice ser su hijo. Y tiene que volver a revivir
una historia que aunque ha querido olvidar, comprobaremos más adelante, que no ha podido.
Quizás el pequeño lunar de esta historia, es el
comportamiento que dan los guionistas, como en muchas otras películas, a una
criatura de ocho años, que suelta frases como: Yo te enseñaré a ser padre,
y que si a este vecino se la hubieran dicho, se termina el guion, pues huye despavorido.
Personajes como el amigo de la familia, encarnado por un
gozoso Sergi Lopez; el padrastro del niño, un Juan Diego Botto de matrícula de
honor; y Ella Kweku aportando algo más que una cara bonita, nos cuentan una
historia enmarcada en bellas localizaciones catalanas, que como el hotel
mismo de la película, resuena en la oscuridad para decirnos que los sentimientos
se pueden callar, pero siguen moviéndonos aunque solo sea en las entrañas, que
ya es mucho.
Una buena obra del más que notable director de actores Marcelo Piñeiro, que deseamos tenga una buena carrera comercial, porque es mucho más que digna, en un mundo, el cinematográfico, en el que el gobierno más que un amigo, no es ni espectador.
*FOTO: DE LA RED