Viendo la tele esta mañana, concretamente en La sexta, pero pudiera ser cualquier medio o cadena de televisión, estaban dando cifras, cada vez más altas, de personas con el Covid-19, que están siendo ingresadas en cuidados intensivos en cualquiera de nuestros hospitales.
No sabes, por la frialdad de los contertulios en comentar las cifras, rozando el hieratismo, si están hablando de personas o de percebes. Quisiera que, al menos puestos ya, fueran de los segundos, porque además en cualquier momento de esa cuenta, alguien pudiera hasta ascender a los cielos, como si de la carrera espacial se tratara.
Cuándo se darán cuenta, los de los medios informativos, que
toda información repetida machaconamente puede pasar de ser de ayuda a convertirse
en cada una de las gotas malayas que
chocan machaconamente contra nuestro cerebro y convertirlas en motivos
de histerismo, e incluso de cierta persecución psicológica.
En cualquier momento vas a abrir el frigorífico, y te va
a aparecer Ferreras, metiéndote el dedo en el ojo mientras te da una colleja
porque se ha enterado de que puedes tener un hijo que practica el botellón, y
por supuesto tú eres el último en enterarte, lo mismo que pasa con los cuernos.
Desde que la OMS (Organización Mundial de la Salud) nos ha dejado claro que eso de saludarse con el codo nada de nada tampoco, hemos perdido el norte, y estamos más desorientados que un sordo en un congreso de espías, porque era lo único seguro que habíamos sacado de esta pandemía.
Y lo de saludarse ahora con la mano derecha en el corazón, durante breves segundos al menos, te puede dejar con la mosca en la oreja, por sí a la otra persona le puede estar dando un amago de infarto, o puestos ya, de romanticismo, que incluso hasta pudiera ser peor, rayando con el terror, en una época en la que regalar flores, solo puede ser síntoma de que alguien desgraciadamente se ha ido al hoyo, ¿o no?.
*FOTO: DE LA RED