Para que hoy no se me pueda tachar de tomar decisiones
precipitadas, voy a desvelar que mientras escribo este post me estoy metiendo
entre pecho y espalda un buen cubata que ha sido hecho con más mimo que unas
cocochas por un chef de la guía Michelín.
Para este vecino uno de los asuntos que han marcado este verano es esa patente de
corso, vía ley o lo que sea, que se les ha dado a los comercios para
cobrar por las bolsas de plástico, con el supuesto
objetivo de luchar por un planeta más limpio. Ahora, en el mismo mercadillo que
he visitado todos los veranos desde hace dieciocho años, con la misma ley, cada
uno hace de su capa un sayo, y cobra desde un céntimo a cinco, pasando por los
que directamente no lo cobran.
Antes me cortaba un poco, pero desde hace unos meses a la
pregunta de si quiero bolsa, respondo que si no me la van a cobrar, sí. Desde
hace unas semanas, en algunos comercios los empleados ya ponen cara seria y te
dicen que les obligan por ley a cobrar la
bolsa, de la misma manera que te dirían que hay una ley que obliga a
capar de cinco clientes al quinto. ¡Es la ley!
Mi cubata de ron no ha sido para decidirme sino para
celebrar mi decisión. Ya que desde hace unos días siempre salgo con varias
bolsas, blancas. Este vecino del mundo no va a hacer, bajo ningún concepto
publicidad de marca alguna. Y bien
estaría que muchos se animaran a ello. Se iba a acabar la publicidad más
efectiva y persistente. El ir y venir por nuestras calles de bolsas con
propaganda de nuestros, por ejemplo, grandes almacenes, que ya solo con los
colores del empaquetado se sabe de dónde vienes y además que te han cobrado por
hacerles publicidad.
De todas maneras, ni en su momento, hace unos cuarenta
años, me creí que cambiando el horario
dos veces al año, ahorrábamos algo, ni ahora me creo , que cobrar por las
bolsas de plástico sea bueno para el “planeta”, con la salvedad de que pueda
ser la editorial del mismo nombre, que entonces sí es bueno para ellos porque
ahorran en gastos.
Harto ya de que empresas como Eroski hayan estado cobrando
las bolsas de plástico por aquello de que por mi culpa me estoy cargando el
planeta con esas dos bolsas que utilizaba cada tres o cuatro días, mientras
ellos gentilmente con la cuenta me regalan tres o cuatro tickets, de papel, con ofertas promocionales
de todo tipo de artículos que personalmente, y por casualidades de la vida,
nunca utilizo. Yo no les puedo acusar de cargarse bosques y bosques amazónicos,
mientras ellos me miran con cara de ser el principal instigador de esas
auténticas islas de plásticos que han ido apareciendo por el Pacífico.
Junto con la última gota del cubata que fue, celebro la
cantidad de publicidad en bolsas que ya no se van a ver, al menos por mi parte,
y espero que por la de muchos que adopten la misma postura. Por supuesto que
como en el suplicio de la gota malaya, compra a compra, les iré recordando que
yo no pagaré por las bolsas y mucho menos por hacerles publicidad no gratuita
sino pagada por mi parte.
La ley del cubata me lo prohíbe, muy a mi pesar…
*FOTO: DE LA RED