El tiempo, esta mañana, ha sido espléndido. El servicio meteorológico del Vaticano, lo definiría, y barriendo claramente para casa, como “un día de los cielos”, o “un día del Señor”, que cualquier momento siempre es bueno para hacer propaganda del negocio familiar...
Este vecino, y pertrechado con su cámara de fotos, se ha
encaminado hacia “el marco incomparable”, que decir eso en Donosti, es ahorrarse mil palabras: El
Paseo de la Concha (esperemos que hoy si nos leen desde Argentina
entiendan que en Euskadi las mismas
palabras pueden significar otras cosas…, incluso una playa).
Eran alrededor de las diez de la mañana, y mientras otras veces los hados no son propicios, hoy en pocos minutos he conseguido unas cuantas imágenes que cuando menos te hacen sentir que el paseo ha merecido la pena, aunque sin pecar de chauvinista, se puede decir que en Donosti un paseo siempre merece la pena, aunque precisamente, en San Sebastián, es mejor no decir eso, por si nos suben el precio hasta del paseo.
Eran alrededor de las diez de la mañana, y mientras otras veces los hados no son propicios, hoy en pocos minutos he conseguido unas cuantas imágenes que cuando menos te hacen sentir que el paseo ha merecido la pena, aunque sin pecar de chauvinista, se puede decir que en Donosti un paseo siempre merece la pena, aunque precisamente, en San Sebastián, es mejor no decir eso, por si nos suben el precio hasta del paseo.
Teniendo en cuenta que la playa de la Concha no se suele
caracterizar por la práctica del surf, ha sido una verdadera sorpresa las tres
o cuatro “cuadrillas” de jóvenes deseosos de coger olas ante las miradas de
todavía tempranos y valientes turistas.
He elegido tres fotos para el “post” de hoy. Mientras la
segunda y la tercera son claramente explícitas, la primera me gusta
precisamente por lo que “no” se ve. Por convertir una imagen en
algo más, quizás incluso en un lienzo abstracto de tintes azules, porque
siempre se ha dicho que al espectador no hay que darle todo hecho, y menos si
es primera hora de la mañana y tienes todo el día para reponerte del presunto
esfuerzo realizado.
Si para muchos decir “Donosti” es elogiar la naturaleza,
esa que no necesita permisos de obra, ni elegir una comisión a favor
y otra en contra para decidir algo, hoy este vecino del mundo ha tenido la
suerte de poder captar ese momento, ese instante, en el que quizás la belleza
se puede convertir claramente en espectáculo, y si no que se lo pregunten a esa
persona que no ha dudado en tomarse una “taza de algo”, mientras convierte la famosa barandilla, quizás, en la barra de la cafetería de sus sueños,
disfrutando de una bonita vista de surfistas, arena y un azul otoñal, o quizás simplemente
sacando sus sueños a pasear.
Y ya para terminar, ese tercer instante en el que una
joven, quizás tras el paseo matutino, convierte la célebre barandilla en una
parte muy importante de su gimnasio particular, dando a entender que, algunas
veces, incluso la belleza puede tener su lado práctico y útil.
Tres instantes, un momento, de una mañana en la que quizás "el secreto" está en descubrirlo.
*FOTOS: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA
Tres instantes, un momento, de una mañana en la que quizás "el secreto" está en descubrirlo.
*FOTOS: F.E. PEREZ RUIZ-POVEDA