Aunque suene cuando
menos “raro” decirlo en pleno Julio, me siento como “destemplado” y con mal
cuerpo. Y como me conozco, es el momento propicio para decir “las verdades del
barquero” o esas contestaciones que siendo el tú de todos los días no darías,
pero que si hoy te preguntan la hora, no solo la dices, gentilmente, sino que
por el mismo precio, ninguno, comentas la
historia del reloj.
Ayer, por ejemplo, no
vi el partido Brasil-Alemania, porque no me apetecía, no me dio la gana. Uno, por ser el equipo
anfitrión, y parecerme que no tenían una selección que les hiciese merecer llegar
hasta donde habían llegado, al margen de la ayuda arbitral, que alguna ha
habido. El otro, porque hoy que estoy destemplado, no me importa reconocerlo, me recuerda a
Angela Merkel, y no lo puedo remediar, no me gusta, no la trago. Sé que a ella
le va a traer al pairo, ¡vamos! ni sabe, ni sabrá que existo, pero no vi el
partido. Lo mejor, el resultado. ¿Excesivo? No lo sé, no lo vi, pero también me
parecía excesiva la trayectoria de un equipo que dependía de un jugador,
Neymar, que ayer no estaba, y que en realidad, en su momento, le pasó como al
protagonista del cuento “Pedro y el lobo” en su versión de fingir o sobreactuar
en faltas, que al final, le hacen una falta fuerte, y el árbitro estima que es una
más de sus historias…
Lo peor del partido,
algo que no ocurrió, ni por lo dicho, tampoco ocurrirá hoy, en la otra
semifinal, un minuto de silencio en memoria de Don Alfredo Di Stéfano. Este
vecino no es simpatizante del Real Madrid, y se podía tranquilamente abstener
de comentarlo, pero aprovechando que estoy destemplado, y que lo cortés no
quita lo valiente, es una vergüenza el comportamiento de la FIFA alegando que
como ningún estamento lo ha pedido, no hay minuto de silencio, para uno de los
mejores jugadores de la historia. Y, es verdad, olvidaba que la FIFA solo se
mueve, y muy rápido, cuando hay dinero de por medio, y en este caso "solo" hablamos de algo tan intangible como el honor, que no tiene precio, y quizás
precisamente sea esa la explicación. Seguro que a Don Alfredo, esté donde esté,
tan inteligente como era, por ser buen
jugador y argentino de nacimiento, además, y que no olvidemos tenía el tambor de oro de nuestra ciudad, Donosti, no le extrañaría, porque ya se lo habría olido
antes de que ocurriera, o que, tristemente, no ocurriera, lo del minuto de
silencio, digo.
Otro día, porque
parece que ya se me está pasando lo del destemple, hablaremos más
profundamente del tema, pero debería cambiarse el nombre de “Metro” a lo que se está
construyendo en Donosti. Más que nada porque no es serio, y no es estrictamente
un metro, ni mejor, ni peor, sino otra cosa, y aquellos que tenemos amigos o
familiares vizcaínos, o ambas cosas, lo estamos pasando mal con las tomaduras
de pelo que nos hacen. Que si vamos a tener que reducir la velocidad para no
salirnos del casco urbano, que si no es un metro, sino un centímetro. Lo dicho, lo de querer copiar al vecino, aunque sea en el subconsciente, no es nada sano.
Eso sí, por ambas partes, que donde las dan las toman.
*FOTO: DE LA RED