Visto lo visto, empezamos el 2017 con bastante
inconsciencia, pero tal como vamos en el exterior, pasados sólo dos meses, con un Trump con más peligro que cualquier
personaje, que en su día, pudiera haber sido interpretado por un Peter Sellers disfrazado de mono en
el despacho oval, jugando con el teclado mortal de las ojivas nucleares, puede
que nos sobren meses de este año para dejar el planeta Tierra con menos vida que un
afterparty a las cuatro de la tarde.
Quizás además, visto desde España, con nada de esperanza
con respecto a la empatía de un ser humano hacia otro, enterarse de las noticias diarias, es como ser azotado en cada ojo de los tres...
Este vecino del mundo se siente, y lleva semanas, aunque
los dos últimos días ya son de nota, con menos esperanza entre los políticos que nos
rodean, que el día que se enteró de quiénes eran realmente los Reyes Magos.
Mujeres, que en teoría tienen un buen nivel intelectual e
incluso universitarias, y que no sospechan nada de dónde puede venir el dinero del propietario de su costilla, para seguir mejorando su casoplón-palacete; fiscales que en un momento dado
actúan como el mejor de los abogados defensores; políticos que en su día fueron
puestos como ejemplo de lo mejor, y ahora nadie quiere recordar que fueron de su
mismo partido. Sin olvidar, ese latiguillo legal, "crear alarma social", a la hora de castigar a alguien con cárcel , antes de que la sentencia sea firme, y que, presuntamente, se pone y se quita a conveniencia.
Y, quizás lo peor de todo, es que si te quejas al aire, con una mezcla de impotencia y desilusión, y
alguien te oye, recibas por respuesta, que si tu pudieras, también harías lo
mismo.
Cuando los ciudadanos anónimos nacidos a finales de los cincuenta, entre unos y otros, prácticamente fuimos torturados por un bullying
social, cuando no existía el bullying, pero sí el "matoneo" del más fuerte de
la clase; del "hermano" del colegio con más puntería con su regla y que donde
ponía el ojo, ponía su ley; y maltratados especialmente por una pregunta al
llegar a casa, tras decir que te habían pegado en el cole. Ese “algo habrás hecho tú”, y
que con el tiempo mutó, no hace muchos años por cierto, por el “has vivido por
encima de tus posibilidades”, y que al juntarse con tu educación católica, que aunque no creas que la prácticas, te da la sensación de que estás siendo
vigilado por ese Gran hermano del Estado, y primo carnal de la Iglesia.
Hubo un tiempo, finales de los setenta, en que aprendimos a soñar en color, pero con el tiempo, nos están haciendo pagar hasta por revisitar aquel sueño, y ya no nos queda ni para alquilar otro.
*FOTO: DE LA RED