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lunes, 14 de julio de 2014

EL LOCO DE LA SUDADERA ROJA

Como alguno de mis lectores me ha contactado por e-mail privado preguntándome por qué este año no he comentado nada sobre los sanfermines, he repasado mis notas, frase que siempre suena como muy sesuda, y en realidad de los prácticamente cuatro años que pronto se van a cumplir de este blog, solo lo he mencionado en los sanfermines de 2011 (http://patxipe.blogspot.com.es/2011/07/los-sanfermines-de-tu-vida.html).
No es ni mucho ni poco, este vecino del mundo no tiene ninguna regla fija sobre ningún tema, ¿el único requisito indispensable?,  le tiene que salir de las tripas la necesidad de hablar de algo, y en estos sanfermines, hasta este último encierro, no ha habido en realidad nada que añadir a lo ya comentado en el mensaje mencionado arriba, y que, aunque esté mal el decirlo, tanto gustó en su momento.
Este año con la innovación en las retransmisiones en directo por parte de Radio Televisión Española, de las imágenes tomadas por la cámara colocada en una tirolina, las calles de Pamplona ya son un estudio completo de televisión, en donde lo ocurrido en décimas de segundo, esa danza entre la vida y la muerte  que comienza con el chupinazo indicando las ocho en punto, tiene el más alto contenido estético.
Y quizás, tanta belleza formal y alegría en las calles, nos haga olvidar que el peligro puede aparecer en cualquier momento. Y las escenas vividas en el último encierro de esta misma mañana con los famosos Miura, dos heridos por asta de toro y cuatro traumatismos  vuelven a poner al "ritual" de los encierros en Pamplona en el lugar que le corresponde. Ese vértice donde se juntan la tradición, el peligro de unos animales que en el fondo lo único que hacen es defenderse, y la atracción que siempre tiene todo aquello que en sí es peligroso. 
La noticia del día, sin embargo, son esas imágenes en las que un toro se ha cebado con un mozo, que además estaba en cuarta o quinta fila mirando en uno de los lados de Mercaderes, y que tras levantarse el mozo de una impresionante primera envestida ha seguido tras él, arrinconándole contra el vallado. Por lo menos tiene una herida por asta de toro en una pierna.
Sin embargo, las fiestas que precisamente terminan hoy mismo, no se recordarán por la tirolina mencionada, ni seguramente por el mozo empitonado, sino por el año en que también se introdujo el “selfie” o la auto-foto delante de unos astados de más de quinientos kilos.
Concretamente el encierro del viernes pasado, con toros de Jandilla, pasarán a la historia por un descerebrado con sudadera roja que en al menos dos ocasiones intentó sacarse una auto-foto delante de los astados, poniendo en peligro su vida y la de los que tuvieron la desgracia de compartir “escena”. Se ha comentado que le ha caído una multa de mil quinientos euros. Lo que ocurre es que hay gestos irreflexivos que pueden cambiar el rumbo de una vida o de muchas, que por suerte, o por el capote de San Fermín no ha sido este el caso, y ya de nada serviría una multa.
Si el loco de la sudadera roja se sacó la foto para inmortalizar el momento, se merece por ejemplo, ser seguido por una especie de cobrador del frac, durante un tiempo prudencial,  pero en su versión “el recordador de la memez infinita”, con alguien que vestido de payaso con sudadera roja siempre le siga con una foto de un metro por un metro reproduciendo el peligroso selfie, a todo color y en mate, para evitar destellos que puedan distorsionar la imagen, para que nadie se olvide de su “hazaña”. ¿Demasiado duro? Algunas veces la realidad es más dura, lo hemos comprobado esta misma mañana, y eso que el santo ha puesto mucho de su parte para que nada irreparable pudiera ocurrir.
¡Viva San Fermín!


*FOTO: DE LA RED