Prácticamente a todos nos
habrá pasado más de una vez, que tras excedernos en la cena, luego hemos pasado una
noche con sueños raros con tendencia a la pesadilla, o lo que se viene a denominar una noche toledana.
Ayer me pasó lo mismo pero
tras un atracón, por darle una explicación, de imágenes. Por la tarde volví a
ver Total Recall (Desafío Total), la primera versión, la de Arnold
Schwarzenegger, y por la noche a modo de cena tuve una ración quizás excesivamente
picante-amarga de Sálvame Deluxe, con una escena más bien dantesca en la que
tanto el presentador como los colaboradores presentes en ese momento, se reían y
hacían gracias de la presunta parquedad del miembro viril de uno de los
concursantes de su producto estrella de la temporada, Gran Hermano Vip.
Además, para que saliéramos de dudas, la fuente de la citada información tuvo
la gentileza de mandar un mensaje para aclarar lo de la “brevedad del miembro”,
expresándolo como “micróspico”, con lo cual los índices de cachondeo de los
integrantes del programa subieron más todavía, dejando la imagen del
concursante, no al ras del suelo, sino directamente en las antípodas.
Sea por ésto, o por una serie
de circunstancias, o simplemente por el destino, que es así de puñetero, he
soñado con un reino de fantasía nocturno en el que, para salir de dudas, unos
grandes haces de luz formaban en el cielo azul oscuro la palabra inglesa
PRINCESSTOWN, con lo cual he asumido que era el nombre del lugar. El
protagonista, es decir este vecino del mundo, consigue escaparse de una especie
de consulta de dentista futurista, pero intentando aplicarle a su cerebro un torrente
mezcla de imágenes y pensamientos a conveniencia del sistema allí reinante.
Se da cuenta/me doy cuenta de
que la única manera de viajar son una especie de taxi, negro con rayas
amarillas, con taxista robot. Enseguida comprendo que estos conductores-máquinas que llevan a los diferentes barrios de la ciudad, llamados "programas", tienen dos tipos de apariencia, curiosamente
adoptan las identidades de Jorge Javier Vázquez y Sandra Barneda.
Los Vázquez son los
encargados de viajar a los lugares más alejados y conflictivos de la ciudad.
Tienen una conversación plagada de palabras gruesas, y risitas tontas, hasta que
te dejan en el lugar convenido. Eso, si no te pasa como en el viaje de mi "sueñopesadilla", en el que se ha averiado; parece que en el futuro también existirán las averías. El resultado es que el conductor se ha vuelto loco, moviéndose para todas partes
mientras un chisporreteo dejaba en evidencia un presunto cortocircuito, que lo
ha dejado en llamas, mientras el robot disfrazado de taxista con su uniforme y
su gorra de plato a juego, en azul azafata, no paraba de reírse como un loco mientras decía:- La tiene pequeña, la tiene
pequeña.
En ese momento, y mientras
seguía intentando escapar, pasaba un taxi modelo Sandra Barneda, con mejor
tapicería y maneras exquisitas para un robot. Tras hablarme de usted y advertirme de que "ella" solo llevaba a los barrios-programas más clasistas e intelectuales de la ciudad, ha cerrado las puertas automáticamente, y se ha pasado todo el
tiempo diciendo: -Tenemos muchos temas para hablar y muy poco tiempo.
En uno de los recodos del
camino, he comenzado a oír una especie de sirena persistente, y me he despertado
lleno de sudor mientras paraba la función despertador de mi móvil.
Hay momentos en que uno se alegra de estar en su
casa, y éste ha sido uno de ellos, y como si fuera una nochevieja en la que me
hago propósitos para el año nuevo, me he jurado cuidar mucho más mi dieta,
especialmente la mental.
*FOTO: DE LA RED