Cada vez se pide menos
esfuerzo para todo. Hace un rato, y en uno de esos momentos en que uno se siente
culpable por comer, por beber, por pensar, por respirar, por todo en general,
este vecino del mundo se ha montado en una de esas maquinitas, la tenemos en
casa, que te hacen temblar hasta los
pensamientos, y ha expirado sus presuntos pecados. Me hace vibrar tanto que
tengo la impresión de que en cualquier momento la piel que cubre mis piernas se
va a pegar la de un lado con la del otro.
Por otra parte, ese temblor
debe de ser lo más parecido posible a ser interrogado por el Señor Montoro,
Ministro de Hacienda, sobre unas presumibles bolsas de plástico, que al parecer
durante un tiempo se debían de utilizar mucho en sitios como en Marbella, y que
este vecino del mundo, por no tener ni tiene la de las grandes superficies,
porque ya por ellas tienes que pagar apelando al bienestar del medio ambiente.
Bien pensado, en general
todo gobierno cuando se acercan las siguientes elecciones, tiene como este
vecino del mundo hoy, ese sentimiento de mala conciencia, pero en lugar de
subirse a la maquina “modelo montoro”,
opta hoy por ofrecer esa cara del Señor Rajoy, como cantaba Javier Gurruchaga y
su Orquesta Mondragón, del “Hombre de los caramelos”, ese vicioso de las
distancias cortas, y donde dijo “ahora recorto la asistencia a los inmigrantes”,
ahora dice “la pongo otra vez para que sean atendidos no en Urgencias sino en los ambulatorios, pero eso sí, sin ninguna
tarjeta sanitaria”.
Gestos como el de hoy son
los que hace que te plantees la realidad de una crisis y unos recortes que
cuando se acerca la época electoral puede ser reblandecida. ¡Y ésto, acaba de
comenzar! Dentro de poco el Gobierno se pondrá en rebajas total, y ofrecerá
bajadas de impuestos como si se hubieran vuelto locos.
Bien pensado, deberíamos estar
siempre en vísperas de elecciones para que nos trataran mejor, y hasta viéramos
sonrisas por parte de gente como la Señora Cospedal o el mismísimo Mariano
Rajoy, a los que uno nunca se los imagina como público de un monologuista y
riéndose a mandíbula batiente.
Me parece que me voy a montar
otra vez en la maquinita para que me mueva un poco más las meninges, porque se
me ha quedado fijada la imagen de Rajoy como “hombre de los caramelos”, y me va
a ocurrir lo que le pasaba a la protagonista de “Pesadilla en Elm Street”, pero
en lugar de que se aparezca en sueños Freddy Krueger, puede que lo haga el
Señor Rajoy, y una cosa es la crisis, y otra volverse loco sin remisión en “Pesadilla
en Génova Street”, con un Mariano Krueger más malvado que nunca.
*FOTO: DE LA RED