Algunas veces, no importa el
lugar por tan intrascendente que pueda parecer, se te presenta una variante,
quizás alguien la sugiere casi sin pensárselo, y a ti que no la habías contemplado
nunca, te da qué pensar y mucho. Y una verdad verdadera, en especial de
esas que has aprendido últimamente al cobijo de lo políticamente correcto, se
tambalea antes de caer destrozada.
Estaba esta mañana en el
mercadillo semanal, rodeado de guiris, y dos nativos, de los pocos que en ese
momento estaban cercanos entablan una conversación. Al parecer, se conocen. El
primero está haciendo compras en un puesto que vende ropa interior masculina y calcetines
deportivos, y parece que está interesado en unos boxers que venden tres al
precio de 5 euros. El segundo, que acaba de llegar le dice: -No compres eso, que seguro que
los han traído de India, y a saber las condiciones en que trabajan los
pobrecitos de los trabajadores…
El cliente en ciernes, que
por un momento parecía despistado, se da la vuelta rápidamente y le contesta,
de buenas maneras, eso sí:
-Una cosa es que fuera una
marca conocida, que ellos paguen una porquería, y a ti te cobren el mil por
cien, o más. Pero estas marcas de mercadillo, si las han traído de India, que
me digan el avión porque me cojo un billete y me pego una vuelta por allí.
Y le añade además: -Por
lógica, ésto está fabricado en España, lo que se viene en llamar la economía
sumergida. Y seguro que no se llevan el dinero ni a Suiza ni a Panamá, porque
con subsistir y cubrir gastos tendrán más que suficiente.
El otro, que al parecer
venía con ganas de chufla se ha quedado cortado. No le han salido más palabras
y se ha disuelto en la primera muchedumbre que le ha venido cercana.
Por su lado, este
vecino, se ha comprado dos paquetes de boxers, unos para ayudar
a los trabajadores, y los otros para ayudarse a sí mismo, reduciendo los gastos
anuales de ropa, ya que también tiene su economía sumergida, pero ésta, hasta
límites insospechados...
*FOTO: DE LA RED