Leo en una entrevista que Luz Sánchez-Mellado hacía ayer domingo en su
colaboración en El País a Ana Morgade que “…En vacaciones me entra culpa porque siento
que no estoy haciendo nada, como si no me lo mereciera. Hemos entrado en una
dinámica en la que si no produces no eres interesante, no funcionas, algo va
mal, y es un error. El aburrimiento es un campo fértil que nos estamos
olvidando de cultivar…”
Totalmente de acuerdo. Y si no que se lo pregunten a nuestros
políticos que parece que todo lo que dicen debe de ser palabra de Dios, en
especial el término “España”, que parece, entre otras cosas, que las izquierdas
no deben pronunciar. Porque para los del centro, ya que en España la derecha ya
no existe, hablar de España parece ser marca registrada, aunque para muchos "España" no vaya más allá de los colores de la correa de su reloj. O de esos adornos que en algún lugar de su pecho decoran sus polos planchados por la "kelly" de turno.
Cuando este vecino trabajaba siempre tuvo muy claro el
valor de, en vacaciones o fines de semana, "no hacer nada". A lo que se afanaba
con grandes esfuerzos. Porque ya sus jefes dejaban restos de chantajes
emocionales para que te fueras a casa, pero siempre con telas de araña que
intentaban enredarte para que sintieras que te habías dejado algo sin terminar
y que en cualquier momento el negocio de los que te trataban como si fueras casi de
su familia, pudiera sucumbir por tu presumible inoperancia, aunque el jefe de
los jefes no supiera prácticamente ni que tu existieras.
*FOTO: DE LA RED