No hay como un paseo por el campo para templar los
ánimos, para ver la vida, con sus problemas, de otra manera. Y cuando este
vecino se refiere al campo no es perderse por tierras que no están ni
contempladas en el mapa, acompañado solo por una brújula y una cantimplora, sino
que en este caso, y dado de que se encuentra en Ortuella, en el lado vizcaíno de su vida a caballo de dos provincias, Guipúzcoa
y Vizcaya, con solo andar una hora, uno se encuentra alejado de todo, al menos
de su todo, que en realidad es muy poquito. Y quizás la vida es eso, una pura
contradicción, hablar de todo cuando cada vez se tiene menos.
Habrá otras historias más interesantes, seguro, pero en
el libro de tu vida, eres el protagonista, y has aprendido con los años, que
quizás lo importante son los capítulos en sí, y que hay que vivirlos, cada uno
de ellos, como si fuera el último, porque no sabes, en realidad, si de verdad
lo será.
Estaba en ésas el vecino en el paseo de hoy, cuando ha
visto a un niño, de poco más de un año, en esa época en que los niños andan
marcando mucho los pasos y que parece que en cualquier momento se pueden caer,
porque no saben qué hacer con su trasero, y les da problemas para guardar el
equilibrio, cuando de repente ha “descubierto” su sombra en un pequeño momento
de resol que ha habido, e intentaba escaparse de ella, como un aprendiz de
Peter Pan.
Y el vecino, ya en casa, ha llegado a la conclusión de que quizás la vida es eso mismo, un juego de luces y sombras, de creer ver y de lo que ves realmente. De encontrar momentos mágicos entre momentos catalogados como “normales”, y saber vivirlos y saborearlos. Y por un momento, y aunque quizás no tenga relación, este vecino se ha acordado de aquel caballero de la Mancha, que confundía molinos con gigantes, y que quizás es bueno tener ese gramo de locura que hace la vida, sino más feliz, si al menos de dos lecturas.
Y el vecino, ya en casa, ha llegado a la conclusión de que quizás la vida es eso mismo, un juego de luces y sombras, de creer ver y de lo que ves realmente. De encontrar momentos mágicos entre momentos catalogados como “normales”, y saber vivirlos y saborearlos. Y por un momento, y aunque quizás no tenga relación, este vecino se ha acordado de aquel caballero de la Mancha, que confundía molinos con gigantes, y que quizás es bueno tener ese gramo de locura que hace la vida, sino más feliz, si al menos de dos lecturas.
*FOTO: DE LA RED