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martes, 5 de julio de 2016

EL VIAJE DE MANU



Tan inapropiado como un funeral en una Valladolid de más de treinta grados, tan absurdo como la pérdida de un amigo en la flor de su vida, tan inútil como intentar atrapar el tiempo pasado.


Ayer despedí, despedimos, a un amigo, Manu, de esos de los de toda la vida, que aunque no lo ves durante mucho tiempo, sabes que está ahí para lo que sea necesario… Pero ya no está. Es una gran verdad eso de que los mejores siempre se van, como si este mundo fuera un purgatorio y haya que hacer méritos para irse a otra dimensión…


No conocía Valladolid, sigo sin conocerla, y ya solo me sugiere su pérdida y la cantidad de momentos que no estuvimos juntos. Porque la vida es injusticia, vestida de momentos aplazados para un mañana que no llegará, prima hermana de la utopía.  Porque la vida une, en este caso con su mujer y sus dos espléndidos y cabales hijos, pero también separa, con sus caminos y recovecos, con anestesia, eso sí, cargada de prometedores momentos futuros, aplazando el dolor al momento de la pérdida irreparable.


Uno está convencido, y eso le da fuerzas, de que no nos vamos de este mundo mientras haya alguien que nos recuerde y le sigamos importando. Y tú, Manu, seguirás siendo en nuestros corazones, una de esas personas de recto proceder y buen juicio, pura definición del verbo “importar”, y a las que se recuerda especialmente en los momentos en que buscas el Norte, ese mismo norte al que sin duda siempre has representado.


Puede llegar un momento, ha llegado un momento, en que prácticamente ya tenemos más amigos esperándonos en esa otra dimensión que en esta sala de espera representada por este tipo de vida. Como buen Chicarrón del Norte, y especialmente, amigo de tus amigos, te habrá faltado tiempo para juntarte con Luisfer y Francis que te precedieron, y compartir las novedades. Y, por supuesto, lo mejor, hacer unas risas; ahora ya, seguro, estando donde sin duda estaréis, con eco celestial.


Tan inapropiado como un funeral en Valladolid a más de treinta grados, tan absurdo como tener que irte del Edén al que perteneces, tan inútil como intentar espantar a la injusticia, es estar tristes por el comienzo de un viaje en el que en algún momento, sin duda, nos uniremos.



Manu, nunca te olvidaremos.


*FOTO: DE LA RED