Tan inapropiado como un funeral en una Valladolid de más
de treinta grados, tan absurdo como la pérdida de un amigo en la flor de su
vida, tan inútil como intentar atrapar el tiempo pasado.
Ayer despedí, despedimos, a un amigo, Manu, de esos de
los de toda la vida, que aunque no lo ves durante mucho tiempo, sabes que está
ahí para lo que sea necesario… Pero ya no está. Es una gran verdad eso de que los
mejores siempre se van, como si este mundo fuera un purgatorio y haya que hacer
méritos para irse a otra dimensión…
No conocía Valladolid, sigo sin conocerla, y ya solo me
sugiere su pérdida y la cantidad de momentos que no estuvimos juntos. Porque la
vida es injusticia, vestida de momentos aplazados para un mañana que no
llegará, prima hermana de la utopía. Porque la vida une, en este caso con su mujer
y sus dos espléndidos y cabales hijos, pero también separa, con sus caminos y
recovecos, con anestesia, eso sí, cargada de prometedores momentos futuros,
aplazando el dolor al momento de la pérdida irreparable.
Uno está convencido, y eso le da fuerzas, de que no nos
vamos de este mundo mientras haya alguien que nos recuerde y le sigamos
importando. Y tú, Manu, seguirás siendo en nuestros corazones, una de esas
personas de recto proceder y buen juicio, pura definición del verbo “importar”, y a las que se recuerda especialmente en los momentos en que buscas el Norte, ese mismo norte al que sin duda siempre has representado.
Puede llegar un momento, ha llegado un momento, en que
prácticamente ya tenemos más amigos esperándonos en esa otra dimensión que en
esta sala de espera representada por este tipo de vida. Como buen Chicarrón del Norte, y
especialmente, amigo de tus amigos, te habrá faltado tiempo para juntarte con
Luisfer y Francis que te precedieron, y compartir las novedades. Y, por supuesto, lo mejor, hacer unas risas; ahora ya, seguro, estando donde sin duda estaréis, con eco celestial.
Tan inapropiado como un funeral en Valladolid a más de
treinta grados, tan absurdo como tener que irte del Edén al que perteneces, tan
inútil como intentar espantar a la injusticia, es estar tristes por el comienzo
de un viaje en el que en algún momento, sin duda, nos uniremos.
Manu, nunca te olvidaremos.
*FOTO: DE LA RED