Estos días, y a medida que avance el mes, vamos a ver en todo tipo de lugares y
situaciones, la cara A de la Navidad, el dulzor, hasta empalagar, y la nostalgia, hasta hacernos daño.
Sin embargo, desde esta ventana, este vecino va a lanzar a la
hoguera, a modo de víspera de San Juan, aquellas cosas que quemaría de estos
días entrañables o el hartazgo que ciertas cosas le producen.
Estoy harto de que estos días tengamos que ser
buenos y portarnos bien con todo aquel que el resto del año ni nos traga ni nos
trata.
Estoy cansado de recopilaciones en los
medios de comunicación de todo lo que ha pasado durante el año. Una especie de
lo que sería en un programa deportivo, las mejores y peores jugadas producidas
por el género humano o la naturaleza durante todo este año. Todo eso es en realidad horas ya grabadas para ahorrarse mano de obra y dinero en sueldos.
Estoy hasta el tupé de esos “frikis” que van a
salir, especialmente en la televisión, que nos van a decir lo que va a pasar el
año que viene, y que normalmente solo aciertan que viene un nuevo año.
No puedo más con esos anuncios que huelen a
purpurina, confeti, casas de ensueño, y chicas
famélicas, que nos sonríen con unos ojos sugerentes rodeadas de nieve, aunque
vayan solo con una bufanda al cuello.
Hace tiempo que me dejó de importar que El
Almendro vuelva por Navidad. Que se quede para siempre, o sino que no vuelva,
porque ahora estamos más preocupados con todos aquellos, jóvenes especialmente,
que se están yendo, y no solo en Navidades, quizás para no volver durante mucho
tiempo, porque no tienen ni un euro para comprar el billete de vuelta.
A la hoguera con esas emisoras de radio y de
televisión, con ese vecino coñazo, y grandes superficies, que nos inundan todos
estos días con villancicos edulcorados.
Es una pena de que el Gobierno disfrazado de
Hacienda nos haya quitado la ilusión de que nos pudiera tocar la lotería el día
22 de Diciembre, porque ya no pensamos en lo que pudiéramos ganar, sino en lo
que les tenemos que “regalar” a ellos.
Y ya para terminar, estoy harto de esas cenas de
empresa, en que además tienes que poner buena cara mientras te ha tocado a alguno
de los jefes al lado, e intenta comerte el coco “desvelándote” de que la cosa va
muy mal, y de que tenemos que arrimar el hombro entre todos ante
las vacas flacas, pero no te dice nada de lo que hizo con el dinero que ganó
cuando las vacas estaban bien gorditas y lustrosas.
*FOTO: DE LA RED