Otros veinte años así, que
veinte años no es nada, y ya tenemos otro tango, el tango-virus.
Personalmente este vecino del mundo lleva unos años
de “bichitos” que debería hacérmelo mirar, porque en agosto del 18, del 2018, me
entró una ameba, una Acanthamoeba en el ojo, y tras un año de dimes y diretes
con el bicho, la cosa acabó en septiembre del 19, 2019, en
separación dura y rotunda, es decir, con un ojo de pega en una cajita muy molona.
Lo importante, aunque no lo
parezca, es el humor, nunca se sabe si el tuyo o el mío, si del que mira o del que lo sufre, pero siempre el humor.
Ayer oyendo la radio, debí de coger, como dirían en Sudamérica, mala onda, porque todo lo que oí era como para alejarte de todo objeto cortante, porque ya se respira ambiente
de que no va a ser suficiente con pagar los pedidos de todo lo necesario para atender y curar el
coronavirus. Sino que se respiraba en los comentarios
ambiente de trapicheo. Que si mi país tiene más dinero que el tuyo, y yo te voy
a hacer más pedidos, y por tanto mi dinero es mejor.
Ya me perdonaréis por la comparación,
pero con la única intención de dejar nítida mi posición, cuando se empieza a
hablar del tamaño del miembro, el amor desaparece y lo mismo debe de pasar al
hablar de salvar al paciente, o cómo te pago lo que te pido.
Siempre se ha dicho que muchas
veces antes de encontrar algo podrido el mismo hedor te va guiando, y quizás en
el caso del coronavirus el paso del tiempo va dejando a la vista corrupciones
que han ido deteriorando poco a poco nuestro sistema de salud que se supone que
siempre ha sido uno de los mejores del mundo. A lo mejor más de uno, o una, a un
paso de ser ingresado, se cuestiona lo
que en un momento dado pudo hacer en su paso por la política, y no hizo, o incluso, para más inri, ayudó a degradar
en lugar de estarse quieto.
Quizás para lo que nos puede servir esta reclusión forzosa es para hacer loas a las cosas pequeñas, a detalles: sacar
el perro a pasear, ir a hacer las compras del día… Además con la sensación de que
tienes/debes disfrutarlas como ese único chute que vas a tener ese día, y cuya
sensación tiene que durarte hasta la siguiente, que a ciencia cierta no sabes cuándo
será.
Ya lo ha escrto más de uno estos días, “éramos tan felices,
y no lo sabíamos”. Porque siempre nos enseñan en los diferentes medios de
comunicación, posibles deseos a la carta, y a ser posible, por aquello del precio,
“etiqueta negra”.
De todas maneras, el bichito, al menos por ahora, tampoco
ha conseguido igualarnos, asunto que más de uno está empeñado en demostrar, porque hay quien se divierte por Instagram dando
pequeños conciertos, e incluso divagando sobre el coronavirus mientras posa en su bañera con pétalos sobre la espuma, y otros que intentan ayudar a su vecina de toda la vida, que ya
va por los noventa, y con la familia lejos de ella.
Hay historias que ya nacen con banda sonora, y otras que solo
serán registradas en la memoria de quienes las forjaron… y que durarán como
todas las historias, mientras vivan los que las crearon, e incluso los que las
compartieron y simpatizaron con ellas.
*FOTO: DE LA RED