Hoy ha sido uno de esos días en que la belleza ha salido
a recibirnos.
Mañana de domingo primaveral esplendida con marea baja, y
por supuesto, paseo obligado por la Playa de la Concha y Ondarreta. Mucho
gabacho, porque el francés en Donosti no es francés, sino gabacho, y dicho
además con mucho cariño, porque se gastan sus euros cambiando su chip de su
manera de ser una vez pasada la frontera.
Tras comprobar de que todo estaba en su sitio, el Peine
del viento, más gabachos, incluido, y al volver a la altura del Hotel Londres una
hilera de niñas y jóvenes, celebrando el “Día Internacional de la Danza”,
aunque en realidad oficialmente no era hoy, y marcando pases de ballet con la
célebre barandilla de la Concha como barra improvisada.
Hoy sí que ha sido verdad eso de que la belleza, y el
arte, han salido al encuentro. Da gusto comprobar la cantidad de gente joven
anónima que “coquetea” con el arte, en este caso la música, por la mera razón
de que simplemente les gusta, y se sienten atraídos por ello. No solo hay gente
joven que quiere ser “famosa” por el mero hecho de serlo, sino otros, me
gustaría que pensar la mayoría, que
quieren realizar unos sueños que rondan más con la realización personal, y porque simplemente les gusta.
Este vecino se ha acordado de esos cuadros de Degas, llenos
de bailarinas en eternos ensayos siempre en espacios interiores, y, sin embargo, hoy, el
cromatismo obtenido al observar a unas jóvenes frente a la inmensidad de la
naturaleza, hacía resaltar, más si cabe, la fragilidad del baile, y comparar
belleza junto a belleza.
Ha sido, de verdad, uno de esos momentos en que una persona
puede dar gracias, a lo que crea, si cree, a Dios, a la providencia, o
simplemente a la suerte, de poder pensar, sentir, incluso soñar, porque en
realidad eso quizás es también la danza, una manera de soñar con tu cuerpo y tu
mente mecido por otros sueños, en este caso del compositor, que en su momento tomaron forma de notas
musicales.
Por una vez, y con la esperanza de que cree precedentes, este vecino
estaba en el lugar y momento adecuados para, al menos, cargarse de buenos
sentimientos y esperanzas, de todas las jóvenes que por unos momentos han sido
tan generosas como para compartir su arte en un estudio al aire libre. Y es que cuando la belleza se llena de belleza, se está muy cerca del cielo.
*FOTO: DE LA RED