Diplomado en desazón por la
Universidad de mis intimidades. Catedrático de pensamientos impuros.
Hay palabras de las que
nunca nadie te ha explicado su significado, pero cuando sientes, no te cabe la
menor duda de qué es lo que te está pasando. Desazón. Te sobran y te faltan palabras.
Te sobran las pruebas de lo que sientes, te faltan direcciones para saber cómo
solucionarlo.
Te sobran los miedos y te
faltan los abrazos. Porque el enemigo, la desazón, aparece en cualquier
momento, y necesitas un abrazo sin dar explicaciones.
Te sobran los conocidos y te
faltan los amigos.
Te sobran los terrenos
desconocidos y te faltan islas que aíslan.
Desazón. Cuando te sobra
poseer y solo necesitas sentir. Cuando estás harto de seguridades inciertas.
Cuando el pasado suena a ciencia-ficción y el futuro es un jeroglífico egipcio.
Varios masters en desazón
por la Universidad de la experiencia y monitor de corazón roto por la desidia.
Ampliando estudios cada noche de luna llena. Surfero sin tabla de salvación, a
la búsqueda de la ola perfecta para desaparecer de mí mismo.
Desazón. Catador de
alcoholes que te hagan decir la verdad porque nunca la has sabido, y te niegas a inventar. No quieres arrepentirte de volverte a arrepentir.
Arquitecto de castillos en
el aire contaminado por fumadores pasivos del cigarrillo de después.
Diseñador de ventanas ciegas
con vistas a ninguna parte.
Sexador de asexuados. Capador
de sueños no nacidos. Estratega mayor en el país de la sinceridad.
Pintor de horizontes
perdidos con colores fríos de muerte. Escultor de mentiras piadosas para
suicidas en ciernes.
Demasiados trabajos en el
almario y tanta desazón como para poder exportarla.
Por cierto, y ya para
terminar, los enanos hace años que me crecieron y ahora despuntan en un trabajo
de altura en el Circo de la vida.
*FOTO: DE LA RED