A partir de hoy volveremos a ver abetos abandonados, una
especie de bandera a media asta por las Navidades que se fueron.
Lo bueno que tiene el no esperar nada nuevo de las
fiestas navideñas es que no te sentirás nunca defraudado por lo que no
obtengas, y siempre podrás ser sorprendido por lo poco, o mucho, que te pueda
venir.
No sé si ocurrirá lo mismo con los sentimientos de los
componentes de la Casa Real, ni si tendrán todavía abeto o no, porque curiosamente unos colegas suyos, éstos
de Oriente, parece, por las fechas, que les han traído la imputación a la
infanta Cristina por presunto bloqueo y delito fiscal. Quizás a ésto se le
llame también cuesta de Enero, aunque durará como mínimo hasta el 8 de Marzo,
que es cuando tendrá que declarar, para más inri el día de la mujer
trabajadora.
En un país desde hoy en rebajas, tenemos a la familia
real, como una real familia española, con problemas en estos tiempos de
crisis. Quizás en este momento en el que se están juntando muchas cosas, fuera
el idóneo para que Don Juan Carlos hiciera los papeles de la jubilación. No es
una buena época para ello tampoco, porque ahora desgraciadamente un jubilado
vale presuntamente menos que la palabra de María Dolores de Cospedal, pero con
los problemas de salud que también tiene no le vendrían mal unas estancias en
los hoteles del Imserso, y darle la alternativa, como en el mundo de los toros,
a su hijo, el Príncipe Felipe, que ese al menos apunta maneras. Porque de lo
contrario le va a pasar lo mismo que al Príncipe Carlos de Inglaterra, que se
le va a pasar el arroz. Y en un país donde la paella es uno de los platos
típicos, coger el punto de cocción es lo más importante.
Por otro lado en Donosti estamos en un non-stop, y
acabando de quitar las bolas y las serpentinas al árbol, ahora hay que ir
decorando la casa, el que todavía tenga una en su propiedad, o alquilada, con
los colores txuri urdin, y localizando el tambor para los ensayos de la tamborrada.
Borges dijo en su momento que el futbol es el opio del pueblo,
pero eso es porque no era vasco, no se puede ser perfecto, sino pensaría que las
fiestas son el opio del pueblo, y es que salimos de una y entramos en otra. Para que luego digamos de
que no nos manejan, por de pronto por el calendario, y el que lo compuso.
*FOTO: DE LA RED