Hace tan solo unos días nos
hemos hecho eco de una nueva entrega de las aventuras de Froilán, el sobrino
díscolo del Rey Felipe VI.
Al parecer, como la mayoría
de los visitantes a este ático para ahora ya sabrán, Froilán quiso entrar en una de las
atracciones del parque temático de Madrid, El Abismo, sin esperar turno, alegando: “Soy el cuarto en
la línea de sucesión al trono.” Esa discusión retrasó la cola de la citada
atracción, y en aquel momento un niño de facciones orientales le increpa por
querer colarse. En ese momento, al parecer Froilán se enfadó y supuestamente le
espetó el ya famoso: "¡Tú cállate, puto chino!".
Froilán tras cumplir su
mayoría de edad, y si las “cosas” no cambian, puede ser carne de reality. En el confluyen dos
circunstancias: famoso por sangre y famoso por casualidad en televisión por "quítame esa patada querida prima". Y desde entonces ya está marcado por el ojo
público. Primero cayó bien, por ser un niño y hacer lo que hace un niño, sin
saber lo que es quedar bien. A todo esto hay que añadir, como diría el pueblo, que
“es igual, igual que su madre” (Doña Elena), y por lo tanto un Borbón, con el
morbo que en determinadas circunstancias tener “sangre azul” puede concitar.
Quizás la famosa foto de Froilán junto a la ventana, con un aire de frustración más que evidente, sea una especie de metáfora de sus sentimientos de libertad y el lugar que ocupa por el destino.
Pero no debemos olvidar que
el comienzo, más o menos circunstancial, es una cosa, pero luego el resto del
camino lo está haciendo solo. Y no será este vecino el que tenga que decir a su
familia cómo cuidarle, si más o menos, porque el vecino bastante tiene con
cuidarse a sí mismo. Además ya sabemos que incluso dos hermanos criados en una misma
familia, de la misma manera, pueden obtener resultados diferentes.
Fue bautizado como Felipe
Juan Froilán de todos los Santos Marichalar y Borbón (tantos nombres ya denota
rancio abolengo), pero el pueblo desde el día de la patada nupcial ya le
bautizó como Froilán, sin marcha atrás, por muy “Pipe” que sea llamado en el
núcleo familiar.
Dentro de unos años es
posible que nos enteremos de que nuestro
Froilán, le ha cogido gusto al gimnasio y está horneando un cuerpo que para sí
lo quisiera “La Roca”. Ya entonces el camino estaría terminado para un
programa al estilo “Mujeres y hombres y viceversa”, pero de alta cuna europea,
naturalmente con traducción simultánea para el televidente. Porque Froilán, como ya hemos dicho, es carne de reality, y es probable que los primeros fichajes del
programa los coparan Froilán junto con algún residente en un pequeño principado
europeo.
Una de las presuntas cualidades, que pudieran convertirse en problema, y que nos puede dar mucho a pensar, que concurren en Froilán, es su total sinceridad. Al parecer, en su caso, lo políticamente correcto no existe, o quizás la simple
mención de la palabra “política” le produzca un sarpullido en su conducta. Él “solo”
quería avanzar más rápido en la cola de una atracción del parque temático de Madrid, o lo que sin
eufemismos sería llanamente “colarse”. Y el españolito de a pie se pregunta: ¿Cuántas
veces habrá ocurrido lo mismo, colarse en un evento por sangre azul, por
millones o por cualquier excusa inventada en el momento, porque esa persona era,
por algún motivo, para alguien, más importante que el resto?
Y ya para terminar, este
vecino del mundo os propone imaginaros, por un momento, un cruce ¿perfecto? entre
“nuestro” Froilán, y el ínclito Francisco Nicolás Gómez Iglesias, o más conocido
como el Pequeño Nicolás.
Darle a Nicolás un rancio abolengo hubiera sido
como darle un pasaporte “al infinito y mucho más”. Pero, bien pensado,
seguro que de éstos hay más de uno, pero son tan inteligentes que no salen en
ningún papel, cuché o no.
*FOTO: DE LA RED