Todos
tenemos imágenes en nuestros recuerdos, de bien pequeños jugando
con el baúl de los abuelos, y probándonos los hallazgos. Sin
saberlo ya estábamos siendo modernos.
Desde
hace bastante tiempo se ha puesto de moda el vestirse con rompa de
los años cincuenta-sesenta, y anteriores. Y como a todo hay que
clasificarlo se le ha llamado “vintage”. Además como “vestigios”
del pasado hay lo que hay, cada vez es más difícil encontrar ropa
de antes, y los precios van subiendo.
A
esto se ha unido la crisis económica, y quieras o no, el vestirse
como uno pueda, incluso con roturas, ayuda a la persona metida en
problemas.
Desgraciadamente,
lo más vintage sin embargo, son los sueldos. Se trabaja habiéndose
pertrechado previamente de todo tipo de “masters”, y viajes por
Europa, para reciclarse antes de quedarse obsoleto, y sin embargo
los sueldos son normalitos para los años setenta, y “vintage”
para nuestros días.
Aunque
para vintage, vintage, las ideas de nuestro gobierno, y curas de
cabecera, que en este caso parece que van de la mano, con ideas del
cuaternario, y por si hubiera alguna duda al juzgarlo, el mismísimo
Rouco Varela, recogiendo una idea de una novela, primero, y película
después, pero como no podía ser de otra manera, ahora en plan
superproducción, busca nada menos que a ocho exorcistas para
su diócesis madrileña. O cree que están, lo que vulgarmente se
denominaría, como “todos locos” en su diócesis, o prevé un
aumento del vicio y corrupción con ayuda satánica en el futuro
proyecto Eurovegas.
Este
movimiento, sin embargo, no se lleva también al lado amatorio, y
nunca se tiene un novio “vintage”, sino que algún gracioso
madrileño, lo llamaría “viejales” , y a ella como mínimo
“aprovechada”. Es curioso, porque el hombre o mujer “vintage”
siempre se presupone que tiene que tener dinero para “atraer” a
la otra persona, con la diferencia de que él, al contrario de ella,
no sería aprovechado, sino “gigoló”, que por cierto, al
utilizar palabras en otros idiomas, se le da un significado especial.
Es algo así como si lo malo no estuviera contemplado en nuestro
idioma, o todo lo malo, si lo es, viene de fuera. Lo mismo funciona
con las denominaciones de los nativos de un país, siempre será
mejor para nosotros lo español.
No
se puede comparar, por ejemplo, una tortilla española, con todo lo
que se le puede incluir, que una tortilla francesa, aunque como
excepciones hay siempre, el gobierno que tenemos, netamente a la
española, nos está dejando con un presente-futuro plenamente
“vintage”, aunque quizás en la misma etimología de la palabra
podemos encontrar la solución, si la hay, y es que “vintage”
proviene del anglo-normando, y esta palabra a su vez del francés
antiguo “vendage”, siendo una evolución de la palabra latina
“vindemia”. Y como ya estamos hablando de vinos, habrá que
recurrir a ellos para olvidar, y mediante su venta y consumo empezar
a revitalizar la industria otra vez, que al final es el “quid” de
la cuestión.
*FOTO: DE LA RED