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jueves, 23 de enero de 2020

LA VIDA ON LINE...


Hoy viendo una serie en el portátil he oído una frase, el guionista en su momento escribió unas palabras, de esas que hacen pensar, como en "El crack cero", lo último de Garci, y que diferencian además la vida real de una película. 
Uno no va “on line”, como se dice ahora, diciendo frases redondas, que parece que llevan incluso flash incorporado para que no pasen desapercibidas, como en el capítulo de "El embarcadero. Segunda temporada" que he visto hoy: “Ponerle nombre a un deseo es como domesticarlo”. Y no sé por qué pero me he imaginado una moto, de esas de gran cilindrada, con vitola.

Es curioso, porque no me gustan ni las motos ni los puros, de hecho ni fumo. Bien pensado quizás sea un poco fetichista, representando un deseo, un recuerdo, en algo material. Pero de eso a que mi mente, mi subconsciente, o todo ello, resuma mi visión del deseo como velocidad, humo y marcas comerciales, dista mucho, al menos, de la visión que tengo de mí mismo.

Ahora vienen a mi mente recuerdos de la primera vez que me vi en una película de aquellas, que ya, los millennials por ejemplo nunca habrán oído hablar, de las cámaras “Super 8”. 
No es solo que no me reconociera en aquella figura delgada y desgarbada de un joven de unos catorce años, sino posteriormente, y oyéndome en una “casete”, llegué a la conclusión de que si me cruzara en la calle conmigo mismo y además, para más inri, me hiciera una pregunta, no es que no me reconociera, sino que  además mi cara no me iba a sonar de nada. 
Muy probablemente, además, me cayera mal. Normalmente caigo mal en las primeras impresiones. Quizás tenga que ver algo con mi timidez, que además cada vez que la comento, la gente, a las primeras de cambio, no me cree. Con lo cual ha llegado un momento en que ni te fijas, ni te fías, de las primeras reacciones de los otros, lo cual, en el fondo, es bastante triste e injusto para todos.

Es lo que tienen las frases redondas de los guiones, que en cuanto las toqueteas un poco, donde antes tenías la redondez hecha perfección, en el peor de los casos ahora tienes un acordeón, y por supuesto, desafinado.

*FOTO: DE LA RED

sábado, 1 de septiembre de 2018

...A MEDIA ASTA, LOS OJOS



Pues eso, que comienzo el nuevo mes, o mejor dicho, abandono agosto porque ya llevo tres días con mi ojo izquierdo a media asta, llorando todo el rato y dando una visión, y nunca mejor dicho, de mí de lo más contradictoria. 

No se sabe si estoy triste, o si voy o vengo. Como se dice ahora cuando especialmente hablamos de dinero o de trabajo "y podía ser peor". Porque si con estos ojos tan contradictorios estuviera en esa plaza de Vic en la que el Ayuntamiento reproduce consignas independentistas por megafonía seguro que me la cargaba, porque tanto los de un bando como los de otro se meterían conmigo pensando o que la situación me embargaba o me irritaba.

Quizás incluso, mis ojos ahora mismo pueden ser toda una metáfora de cómo está nuestro panorama. No se sabe si reír o llorar. Este vecino del mundo siempre ha sido muy optimista, y precisamente por ello, quizás ahora mismo, de hacer algo, conviene llorar un poco, entre otras cosas porque así eso que te llevas por delante en caso de disgusto inesperado, que ya llevas el rodaje hecho.

Si tuviera que poner fecha o causa a mi problema de ojo lloroso, o indeciso para sonreír, quizás fuera hace unos cinco días cuando saliendo de mi zona de confort veraniego, ya que tenía que arreglar los papeles de una compra, y con un sol que quería tatuarme la piel con su nombre, entré para tomarme una Fanta de naranja, en un bar totalmente desconocido para mí  y diciéndolo sutilmente,  de esa manera poder visitar al Señor Roca…

Estaba en éstas cuando de pronto veo una maquinita de esas que antiguamente, cuando este vecino era joven (porque posteriormente no las había vuelto a ver), te vendían preservativos y caramelos aprovechando sus dos ranuras. Sin embargo, casi mi cabeza me da vueltas al más puro estilo “exorcista”, al comprobar que ahora vendían los consabidos preservativos, aunque ya mucho más finos e incluso artísticos, y a su lado …unos tangas de diferentes colores. 

Como en el caso de los famosos perros de Pavlov, y también condicionado por la experiencia al creer que serían caramelos, este vecino ya solo al ver la maquinita comenzó a salivar, dando la impresión equivoca de ser un fetichista empedernido en busca de su ración diaria.

Quizás ese deseo de vivir eternamente que todos tenemos, no sea muy acertado a la vista de ese panorama anterior. Si esos cambios de costumbres me dejaron en fuera de juego por minutos , vivir eternamente te tiene que llevar a la contradicción más absoluta quizás en unas pocas décadas de diferencia.

Bien pensado, quizás no es buena idea que intente curarme del ojo lloroso, sino que en ciertos momentos siempre es bueno poder jugar a dos bandas. Y si no que se lo pregunten a cualquier partido político…

*FOTO: F.E. PÉREZ RUIZ-POVEDA