Pues eso, que comienzo el nuevo mes, o mejor dicho,
abandono agosto porque ya llevo tres días con mi ojo izquierdo a media asta, llorando
todo el rato y dando una visión, y nunca mejor dicho, de mí de lo más
contradictoria.
No se sabe si estoy triste, o si voy o vengo. Como se dice ahora cuando especialmente hablamos de
dinero o de trabajo "y podía ser peor". Porque si con estos ojos tan contradictorios estuviera en
esa plaza de Vic en la que el Ayuntamiento reproduce consignas independentistas
por megafonía seguro que me la cargaba, porque tanto los de un bando como los
de otro se meterían conmigo pensando o que la situación me embargaba o me
irritaba.
Quizás incluso, mis ojos ahora mismo pueden ser toda una metáfora
de cómo está nuestro panorama. No se sabe si reír o llorar. Este vecino del
mundo siempre ha sido muy optimista, y precisamente por ello, quizás ahora
mismo, de hacer algo, conviene llorar un poco, entre otras cosas porque así eso
que te llevas por delante en caso de disgusto inesperado, que ya llevas el
rodaje hecho.
Si tuviera que poner fecha o causa a mi problema de ojo
lloroso, o indeciso para sonreír, quizás fuera hace unos cinco días cuando
saliendo de mi zona de confort veraniego, ya que tenía que arreglar los papeles
de una compra, y con un sol que quería tatuarme la piel con su nombre, entré
para tomarme una Fanta de naranja, en un bar totalmente desconocido para mí y diciéndolo sutilmente, de esa manera poder visitar al Señor Roca…
Estaba en éstas cuando de pronto veo una maquinita de
esas que antiguamente, cuando este vecino era joven (porque posteriormente no
las había vuelto a ver), te vendían preservativos y caramelos aprovechando sus
dos ranuras. Sin embargo, casi mi cabeza me da vueltas al más puro estilo “exorcista”,
al comprobar que ahora vendían los consabidos preservativos, aunque ya mucho
más finos e incluso artísticos, y a su lado …unos tangas de diferentes colores.
Como en el caso de los famosos perros de Pavlov, y también condicionado por la
experiencia al creer que serían caramelos, este vecino ya solo al ver la
maquinita comenzó a salivar, dando la impresión equivoca de ser un fetichista
empedernido en busca de su ración diaria.
Quizás ese deseo de vivir eternamente que todos tenemos, no sea muy
acertado a la vista de ese panorama anterior. Si esos cambios de costumbres me
dejaron en fuera de juego por minutos , vivir eternamente te tiene que llevar a
la contradicción más absoluta quizás en unas pocas décadas de diferencia.
Bien pensado, quizás no es buena idea que intente curarme
del ojo lloroso, sino que en ciertos momentos siempre es bueno poder jugar a
dos bandas. Y si no que se lo pregunten a cualquier partido político…
*FOTO: F.E. PÉREZ RUIZ-POVEDA
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