Antes de nada he de decir que algunas veces peso
y sopeso lo que voy a decir durante un tiempo para controlar muy mucho lo que
puedo, o no decir, para que no se me caliente tanto el pensamiento, como las manos en el teclado. Sin embargo, hoy es uno de esos días que en cuanto he visto
el tema, he querido abordarlo en el mismo momento, y escribir prácticamente a
vuela pluma, para decir lo que realmente pienso, sin cortarme un pelo, que por
otra parte, sin faltar a la verdad, no me queda ninguno.
Cuando crees que tienes todo visto bajo el sol, va el mundo, en este caso los U.S.A., o los
E.E.U.U., y te siguen sorprendiendo.
Dos cadenas americanas de televisión, la ABC,
y la NBC,
suspenden un anuncio de lencería, de la marca Lane
Bryant, para tallas grandes, nada menos, no se andan con chiquitas (y
en este caso no he querido hacer una broma por las proporciones), por indecente.
Pero no se lleven a equívoco, no es porque no publiciten lencería, porque están
muy contentos, se supone, de tener entre sus clientes a esos famosos ángeles
que por una vez no los vamos a anunciar, porque ya aparecen en todas partes.
Este vecino del mundo, sintiendo una mezcla
de perplejidad e indignación se pregunta:
¿Qué
es indecente, el anuncio, las formas de las mujeres, ellas mismas, o
simplemente el mundo real?
Alguien debería explicarles a esas mentes, que se supone,
pensantes, a que el mundo no tiene Photoshop.
Por de pronto, convendría explicar también a los sesudos señores,
porque seguro que tienen, y no me corto un pelo, no diré pene, no llegan a eso,
sino lo que en mi generación denominábamos, como “pitilín”, y además seguro
que piensan con él, solo con él, y poco además, quién era Rubens, y las mujeres que
él pintaba. O por ejemplo, la obsesión que tenía el gran Federico Fellini por los
bustos hermosos, y la mítica escena de “La dolce vita” entre Anita Ekberg y Marcello
Mastroianni en la Fontana di Trevi, una escena tan sensual en la forma, como salvaje en el fondo.
De primeras, se me ocurre hacer una entrevista con cada
una de las esposas de los cerebros que han llegado a esa conclusión, "indecencia", para ver
qué opinan ellas, y de la visión que al parecer tienen sus maridos sobre el
género femenino, y lo que opina cada una de ellas sobre sus respectivos.
Y me he acordado, además, de una película de esas para
televisión basadas en hechos reales, en el que a una mujer por sacar fotos artísticas a unos,
prácticamente bebés, no recuerdo si era a sus sobrinos, o hijos, desnudos, la encarcelaron
durante muchos años, porque otros parientes, que no se llevaban bien con ella,
vieron las fotos con ojos diferentes.
Quizás, los representantes de ambas cadenas de televisión,
personas decisivas y decisorias, deberían de pasar el Test de Rorschach, el de
las manchas, en sus psicólogos de cabecera, que si no lo tienen, psicólogo, deberían. Tiene que ser alucinante las diferentes aberraciones sexuales, que sin
duda, cada uno de ellos debe de, más que
ver, intuir, y por supuesto intentar prohibir para evitar que los millones de
telespectadores que en potencia pueden tener sus cadenas, sufran semejante depravación.
Quién en su niñez no ha soñado con angelitos rollizos, retozando por unas nubes tan blancas como parte de la lencería que estos
ángeles han intentado mostrar, antes de que algunos las hayan tachado de
indecentes. Seguro que si indagáramos en sus vidas privadas más de uno se
debería de sonrojar, pero, claro, eso va en contra del derecho a su intimidad.
Estoy muy, muy cansado de que decidan por mí.
*FOTO
Y VIDEO: DE LA RED