Domingo, diez y veinticinco de una fría mañana. Llevo más
de una hora buscando tema con fuste para mi post. Llaman al telefonillo de la
escalera, al final serán las mismas musas que me tienen que llamar directamente
para que me dé por aludido. Son los de Amazon y traen un paquete. Queda
inaugurado el día.
A este vecino del mundo le da lo que solemos bautizar en el
pueblo como “la bajona”. Eso de que, prácticamente sin pretenderlo, alguien
trabaje un domingo a primera hora de la mañana para ti, deja a las claras el
nivel de cómo está todo.
Porque al final el sistema está montado para que te
sientas el empresario que hace que una persona esté trabajando un domingo a
primera hora de la mañana para cubrir tus necesidades. El paquete en realidad
no era, no es para mí, pero eso da igual.
Lo del bajón ya me pasó hace un tiempo cuando una noche entre semana,
sobre las diez, al ir a bajar la basura me crucé en las escaleras con uno de los
de “Glovo” que llevaba todo el “chiringuito” montado menos la bicicleta. Y
recuerdo perfectamente mi primer pensamiento sobre el tema:
Y es que así está montado el negocio, aparentemente
trabajan a nuestra petición, pero el que pone el cazo y se lleva casi todo, no
aparece en la ecuación. O lo que viene pasando con esas nuevas versiones de
sucedáneos, o lo que sea, de taxis, que el que se lleva el bocado del león, no
es el que conduce, sino el propietario de la licencia. Y a ese, que tendrá
muchas, como se solía decir antes, que le echen un galgo.
No hay que olvidar que en los últimos años ha aumentado
el número de millonarios, y esos en realidad son como el Mortadelo de los
tebeos, que se disfrazan, o camuflan, de avezados empresarios, para no
resaltar.
Los que pegan el cante son esos que llevan el chiringuito de su
negocio montado en una bicicleta, y que además para más inri, su cara y su piel
forma parte de la chapa y pintura de su patrimonio.
*FOTO: DE LA RED