El otro día iba paseando por una Donosti que se resiste a
que el huracán veraniego se vaya desinflando, cuando me encontré, en realidad
el destino me juntó a modo de broma en la esquina de cualquier calle (porque si
recuerdo cuál es, es muy probable que no vuelva para no tentar a la suerte otra
vez) con un antiguo compañero de trabajo. No, nunca hemos tenido ningún
encontronazo, pero es el sexto sentido, ese que siempre te ayuda a
sobrevivir,el que siempre ha encendido la luz roja cada vez que estamos cerca.
Me comentó que en ningún momento le había dicho que
escribiera en un blog, y que se ha tenido que enterar por otros. Intentando no
ponerme en modo “confrontación”, le dije que eso hubiera sido imposible, porque
comencé a escribir, de hecho inauguré el blog, una vez nos habían forzado,
concretamente a treinta personas, a dejar la empresa mediante un ERE.
Como él
seguía, creo, en la empresa, en cierta forma pareció ponerse en alerta, por aquello de
recibir posibles críticas al respecto, aunque en muy pocos segundos pudo
comprobar que mi ánimo estaba muy lejos de remover antiguos barros.
El tiempo iba pasando y era evidente que no teníamos
mucho de qué hablar, por eso me hizo una pregunta sobre lo único que sabía de mí y mi
nueva época: ¿Qué se siente al escribir en un blog?
Si la pregunta fue por pura cortesía, o descortesía,
nunca se sabe, en muy poco tiempo debió de arrepentirse, por lo prolija de mi
respuesta:
- En realidad cada post es como una liposucción en el
alma. Siempre me ha recordado a aquel momento de nuestra niñez, cuando a
nuestro profesor/a le fallaban las pilas para seguir dando la clase, y se
descolgaba con una redacción urgente. Era como traspasar los poderes a la parte
contratante. El problema es que esta redacción me la tengo que autoimponer, y
como me llevo bien conmigo mismo, la mayoría de las veces intento no putearme
con temas con los que tengo más que perder, y aquí incluyo siempre mi
intimidad.
Mientras le sonreía, continué: -Y ya ves que la
actualidad no está para que si escribes en un blog, te hagas el sueco y la
rehuyas.
-¿Crees que es para tanto?- Me preguntó secamente, sin
darme a entender si le estaba interesando nuestra charla forzada, pero charla
al fin, o simplemente quizás estaba descubriendo que yo era un gran presuntuoso.
-Sólo te voy a hacer una pregunta, si me dejas –le
contesté, mientras me miraba ahora con una gran atención:
-¿Qué opinas de la actuación de Juana Rivas, la madre que
se escondió de la justicia con sus dos hijos; bueno, de ella, de la actuación
de su pueblo, de los jueces, y si hubieran actuado igual si hubiera sido el
padre el que tuviera ese proceder? ¿Se puede todo un pueblo confundir?
- Me pillas en mal momento – me respondió mientras miraba
el reloj. - Hace ya diez minutos que tenía que estar en otro sitio.-
Y tomó, como se decía antes, las de Villadiego.
¿Mi opinión a las preguntas que le lancé?
Si mi interlocutor se hubiera quedado, mi respuesta sin duda,
entraría en esta historia.
De todas maneras, los que me siguen desde hace mucho, sin
duda sabrán mi respuesta. Aunque quizás la última pregunta, ¿Los jueces
hubieran actuado igual si hubiera sido el padre el que tuviera ese proceder?,
puede dar algo de luz a mi opinión, que por ser solo mía, hoy, como excepción,
me la guardo.
Hoy, tocaba otra historia, ya perdonaréis. La historia, a todos nos habrá pasado, de alguien que cree conocerte, y te pide cuentas, aunque éstas, en tu opinión, sumen cero.
Quizás al dejar esta vez el blog con la sensación de haber sufrido un gatillazo, comprendáis que
otras veces, casi siempre, os vais saciados. ¡De nada, viciosill@s!
*FOTO: DE LA RED
No hay comentarios:
Publicar un comentario