Sabía que estábamos en una mala época, para todo, sobre
todo para hacerse rico de manera legal. Pero ya, al enterarme de la carta
pastoral del Obispo Munilla en el que pone en la misma balanza al Daesh y a
John Lennon con su Imagine, se me han caído los palos del sombrajo. Y en cambio no ha hecho ninguna mención a
esos curas, que recordando una canción de “La Orquesta Mondragón”, se les podía
denominar “de los caramelos”, y que en vez de enseñar su fe, supuestamente enseñaban
otras partes, que siempre se las ha denominado, como pudendas.
Se suele decir que la música amansa a las fieras, pero
parece ser que el Obispo de la diócesis donostiarra no opina lo mismo.
Ayer estaba hablando con mi vecina Gladis, sexagenaria y
ex pía donde las hubiere, hasta que por alguna movida que tuvo con el párroco
por póngame unas velas de más o de menos, a ser posible de las más caras que
vendemos nosotros mismos, me dijo que al final todo se reduce a que John Lennon
no compraba sus libros de texto, es un decir; que no “comulgaba”, tampoco es
broma, con sus ideas era más que evidente, y seguro que lo de ponerse en bolas
con la Ono para protestar, tampoco tuvo que ayudar.
Siempre me habían dicho, y estudié en un colegio de
curas, que lo importante es como en La Bella y La Bestia, el interior, más allá
de credos, y nunca mejor dicho, y religiones. Pero al final siempre se
demuestra que hay que oficializarse y pagar todo tipo de tasas; y como Lennon
era de todo menos practicante católico, la culpa siempre tiene la competencia,
y si además va por libre, peor que peor.
Por eso debía de decir Gladis (mi Gladis, que sin duda
tiene que tener el contador de los pecados sin inaugurar), lo de los libros de
texto, porque al final es como las velas que le separaron a ella de la conducta
oficial: si pasas por taquilla te homologamos.
No pierdo la esperanza de que el Obispo Munilla, José Ignacio, en algún momento, y repleto del
vino de misa, diga que la derecha española también tiene sus defectitos; pero
ahora que lo pienso, esos, ya por definición, de bebés debieron de caer en una
marmita de homologación, y son católicos, apostólicos y romanos. Se pueden
equivocar, eso sí, pero sin ellos quererlo. Siempre, claro está, que nunca se les
ocurra tocar sus posesiones aquí en la tierra.
Por mucho que me diga, que nos diga, el Obispo Munilla,
del peligro de la letra de “Imagine”, tampoco veo a esa canción, como saliendo
de los altavoces del infierno, para hacer más malos a los peores.
Quizás, lo peor de la canción de Lennon, a ojos de
Munilla, sea que el título, idéntico en castellano, ese IMAGINE, suene a orden, a inventar, a improvisar, por imperativo, nuevas propuestas de vida, y eso para la Iglesia, y para el
poder establecido, siempre es un peligro.
¿A quién se le hubiera podido ocurrir, sino es a John Lennon, utilizar una cama ... para protestar?
*FOTO: DE LA RED
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