Lo bueno que tiene el vivir o leer una historia crepuscular
es que, entre otras cosas, no necesitas gafas de sol, porque lo único que te
puede deslumbrar son los recuerdos. Y ellos, que siempre están en una segunda
lectura, nunca te van a cegar porque como se repiten siempre, los ves venir.
Cada vez estoy más convencido que para cuando acabe todo esto,
este vecino del mundo ya habrá aprendido a decir “confinamiento”. De todas maneras,
como en muchas de las palabras, lo más importante es practicarlas. No es necesario
declamarla cada vez que la utilizas ya que no nos dedicamos al noble arte de
Talía aunque haya sido su día.
Me han dicho por correo interno, y han sido varios, que
últimamente más que irónico estoy …ácido. Es curioso porque nunca he tomado, lo
que en mis tiempos al menos, se denominaba como “tripis”. Debe ser que uno ya
lo lleva dentro.
De todas maneras, también puede ser cuestión de unificar
conceptos. Porque lo que uno puede considerar como ácido, incluso en el humor,
otro puede verlo como “…hasta los cojones”, o en su versión femenina, más que feminista, “…hasta los ovarios”, porque hay para todo y todos.
Hoy he oído en la radio que han detenido a unos cuantos que
estaban celebrando a escondidas, o al menos lo intentaban, porque les han
pillado, la matanza del cerdo. Para redondear este sinsentido, cualquier día
nos enteramos de que además eran antitaurinos o de alguna protectora.
Volviendo a lo del confinamiento parece ser más que un
rumor que el Gobierno está estudiando uno más drástico, pero está a la espera de
resultados. En cualquier momento nos mandan un uniforme de rayas
horizontales negras y blancas, con un número diferente para cada uno en la zona
del pecho.
Normalmente este vecino del mundo no es de los que se deja
llevar por las apariencias, pero en los últimos días la cara de nuestro Presidente,
Don Pedro Sánchez, deja mucho que desear, y más de una de las preguntas que se
le hacen, sobraría con solo verlo, y lo que es más importante, observarlo.
De
todas maneras, no es de extrañar, con el comportamiento que están teniendo, otra vez, en
esta tragedia países como Holanda y Alemania. Un bravo, por cierto, para el primer ministro
portugués, António Costa, que le ha cantado las verdades del barquero al gobierno
holandés.
Quiero creer, a posteriori, que nuestros políticos no han
querido agravar más el tema y lo han dejado para reuniones posteriores.
En casos así, y ésto ya es de mi cosecha personal e intransferible, se debería practicar la
llamada “venganza del chinito”, como aquel cocinero mandarín que meaba en la
sopa del cliente que no paraba de ofenderle. Utilizaré un metro más de toalla en la playa para
que se den cuenta de que sobran, y les va a sonreir con cara de panoli su tía la de Utrecht.
Espero que ninguna asociación de hosteleros me afee la
conducta, porque ya estamos, me consta que somos muchos, hartos y cansados
de hacer el quijote, el mismo de la triste figura, ante la presunta fuerza del dinero que puedan tener algunas hordas
del norte. ¡Hasta el gorro!
*FOTO: DE LA RED