Estoy harto, o más bien el hartazgo me ha poseído, y ni
puedo ni quiero evitarlo. Y es un buen día (hace un día precioso) para lavar la
ropa sucia y tenderla a secar.
Aviso, el que no quiera correr el riesgo de sentirse
aludido, que no siga leyendo...
La crisis se me ha llevado por delante, y por detrás, y
aún así estoy catalogado como uno de los culpables, por haber vivido por encima
de mis posibilidades. Si por no tener no he tenido ni posibilidades, y no he hecho lo que he querido, sino lo que
me han dejado. Y estoy harto de eso, y de ser tan importante como para que haya
personas que no me miren a la cara porque la vida no se desarrolla de acuerdo a
sus planes.
Estoy harto de ser raro, simplemente porque soy como soy
y me gusta lo que me gusta, y no voy ni a la moda, ni con la moda, sino a mi
aire, porque no soy ni de izquierdas ni de derechas, porque la vida no es
blanca ni negra. Y son los demás quienes ponen la definición de “izquierdas” o “derechas” porque les viene bien de acuerdo a donde ellos se encuentran.
Estoy harto de que el que coge la poltrona
democráticamente, la quiera hacer suya y de los suyos para siempre.
Estoy harto, y triste, de comprobar cada día que, quizás,
tenemos el gobierno que nos merecemos.
Estoy harto de las grandes fortunas porque ellos seguro
que no tienen culpa de la crisis, y es más, no sufren la crisis, sino que es el
momento de comprar, comprar de todo, incluso un pasado de ayudar al prójimo,
cuando solo se han ayudado a ellos mismos.
Estoy harto de esos hombres que no se definen como
machistas, pero les gustan las mujeres objeto.
Estoy harto de esas mujeres que luchando por sus
derechos, en el fondo les gustan los hombres canallas, porque para que haya
hombres machistas es requisito indispensable de que haya mujeres y madres machistas.
Estoy harto de esos políticos que solo les importa
demostrar que son igual que nosotros cuando se acercan las elecciones. Estoy
harto de la clase política porque solo se ponen de acuerdo para subirse el
sueldo y las dietas, y cuando les dicen las verdades del barquero se escudan
diciendo de que estás siendo demagogo.
Estoy harto de esos personajes públicos que apelan a su españolismo, pero que luego tributan en otro país porque les sale mejor para su
bolsillo.
Estoy harto de los que se pasan de listos, porque nos
toman por tontos.
Estoy harto de esos informativos televisivos que
confunden la publicidad con la noticias.
Estoy harto de esos padres que se jactan de que son
amigos de sus hijos, y luego se preguntan qué es lo que han hecho mal, y además
quieren que la educación se enseñe solo en la escuela, aunque el maestro tenga que
estar subordinado al capricho de sus hijos, y de él mismo.
Estoy harto de ser políticamente correcto y respetar la opinión ajena, cuando nadie respeta la
mía.
Estoy harto de los que dicen la verdad a la cara, y lo
único que están demostrando es que son unos maleducados y egoístas, porque el
único interés que les mueve es que se hagan las cosas a su manera, y sacar el
mejor partido.
Estoy harto de esos bloggers que solo hablan de actos
importantes si están ellos, y hablan más de cómo han ido vestidos ellos mismos,
que del acto al que han asistido, porque en el fondo solo les importan ellos y
su altar al que veneran.
Estoy harto de ese clero que parece sacado de una
película de Fellini, con más forma que fondo, y que pide respeto a la religión
y ellos no respetan a sus feligreses, sino que les quieren dirigir,
precisamente como a ovejas. Por otro lado, estoy harto también de los que piden respeto por su religión y costumbres, y ellos no respetan ni tu religión, ni tus costumbres.
Estoy harto de tener que dar cuentas a todo el mundo y
nadie me las da a mí, porque, entre otras cosas, nunca he creído en lo de
rendir cuentas, porque solo hay que rendirlas a ti mismo al finalizar el día delante de tu espejo moral.
Estoy harto de todos esos que utilizan las redes sociales
como si se tratara de un juicio y definen a todo el mundo como “inocentes” o “culpables”.
Estoy harto de toda esa gente que se niega a conocer sus
orígenes, su historia, a saber de dónde viene, porque se arriesgan a cometer
los mismos errores.
Y ya para finalizar, estoy harto de tener que dar
explicaciones de por qué hago cosas, como por ejemplo,tener no un blog, sino
dos, cuando no gano dinero con ellos, mientras me noquean con el humo de su tabaco, que
por cierto, les cuesta un pastón, y en el mejor de los casos, no les mata.
*FOTO: DE LA RED