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martes, 14 de enero de 2020

SÉMPER, EL ÚLTIMO ROMÁNTICO



Esta noche hemos tenido más vientos que mi cuñado esta pasada Nochebuena tras un rato de pimple desenfrenado. Por unos momentos me he sentido muy niño, repleto de miedo, con la sensación de que mi casa, mi cabaña del cuento, iba a salir volando como la de los cerditos por los soplidos del lobo de turno.

Y es que el miedo es uno de los mejores, y peores, medios para sufrir una especie de regresión al punto de partida, o del momento que dio origen a esa sensación rayando con la patología.

No sé si este mismo viento habrá sido el origen de la noticia con la que nos hemos levantado hoy, y en la que uno de nuestros vecinos en Donosti, Borja Semper, abandona la política, que siempre es mejor a que ésta te abandone a ti. Prueba evidente de que no se ven las cosas del querer, ni del poder, ni por supuesto del querer poder, desde Madrid, ni, como se decía en el argot teatral, desde provincias.

No conozco a Don Borja Semper, pero es de esas personas que siempre te dan sensación de buen temple, reflexión, mezcladas con cierta juventud. Es decir, bastante alejado de sus gerifaltes en Madrid, a los que procuras que no tengan cerca ni cerillas ni armas blancas aunque estén en una cocina, más que nada por la que puedan liar…

Siempre me ha parecido, y hablo desde una opinión simplemente personal, que el Señor Semper es un buen sucesor del malogrado Gregorio Ordoñez; es mejor estar rodeado de hombres buenos, y a ambos se les incluye, sin duda, en la misma categoría.

Quizás sea bueno para el arte, el de la escritura en su caso, que Borja Semper se centre en otros temas personales, porque siempre se ha hablado del “arte de la política”, pero en España tal como se están poniendo las cosas, ese arte, el que pueda tener todavía la política, está quedando a nivel de "Trileros.0".

Y a mí el Señor Sémper, quizás ya por su apellido, y por ese halo de galán romántico y un tanto bohemio, me hace gritar en un puro arrebato aquel: Sémper nos quedará París, quizás como el último romántico de la política actual. 

*FOTO: DE LA RED




martes, 23 de enero de 2018

RECORDANDO A GREGORIO


Todos tenemos días que por una u otra razón son muy significativos, y para este vecino del mundo, tal día como hoy, 23 de Enero, pero de 1995, lo es en especial, y muy triste por cierto. Ese día ETA mató a Gregorio Ordoñez, y con ello cometió, al sentir popular, junto con el asesinato de Miguel Ángel Blanco, dos años después, uno de sus más importantes errores.

Es evidente que la vida de una persona es tan importante como la de otra cualquiera, porque la vida no debiera de tener precio, pero Gregorio Ordoñez, al margen de su paisaje político, era una persona del pueblo y para el pueblo.

¿Por qué le mataron? Evidentemente nunca hay, o debería de haber, una razón para acabar con la vida de nadie, pero era un objetivo muy asequible, siempre rechazó la protección oficial y era de costumbres, por decirlo de alguna manera, fijas. Y lo más importante, estaba claro que la repercusión de un acto como el que tristemente ocurrió iba a ser, como fue, grandísima.

Siempre le recordaré, era fácil encontrarlo, los domingos al mediodía, junto a los cines Astoria mientras paseaba por la acera, el coche de su hijo de un año.

Este vecino nunca comulgó con sus ideas políticas, pero cuando te encuentras con lo que se dice, “un buen hombre”, sabes reconocerlo, y Don Gregorio, siempre merecerá, al menos en la memoria de este vecino del mundo, un gran respeto.

Siempre recordaré su gran lucha, se lo puso como meta y no paró hasta conseguir, que Donosti volviera a tener plaza de toros. Aunque no ha pasado muchísimo tiempo, entonces las corridas de toros no tenían mala prensa por culpa, o gracias a unos cuantos,  y muchos recordaban todavía con muchísimo cariño a la antigua plaza, El Chofre, por lo que Gregorio, como ya comentado, no paró hasta conseguirla. Con el tiempo, y ya faltando él, se supo que no le gustaban especialmente los toros, pero siempre creyó que era muy bueno para el turismo de la ciudad.

Hoy hubiera sido un contertulio de cualquier programa televisivo de los que no tienen precio, porque nunca dejaba a nadie indiferente cada vez que acudía a un programa de televisión siendo totalmente visceral.
Por una de esas casualidades de la vida, con el tiempo pusieron una calle a su nombre, muy cerca de donde vivo, y cada vez que paso por ella pienso que ya la gente más joven no sabrá ni quién fue ni lo que le ocurrió.

En el momento de morir era diputado del Parlamento Vasco y teniente de alcalde del Ayuntamiento donostiarra. Cuatro meses después, en las elecciones municipales, el PP se convertiría en el partido más votado en San Sebastián con el 23,84% de los votos. Y el ayuntamiento le concedió a título póstumo la Medalla de Oro.


Siempre es, como hoy, momento para recordar, como le hubiera descrito Antonio Machado, “a un hombre, en el buen sentido de la palabra, bueno”. Y Don Gregorio Ordoñez, seguro que lo fue.

*FOTO: DE LA RED